El reto digital del nuevo ciclo escolar

Preparar a las próximas generaciones para liderar en inteligencia artificial, la ciberseguridad y la automatización

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Cortesía Kooltivo
Bienestar
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Con el inicio del ciclo escolar 2025-2026, el sistema educativo mexicano da pasos discretos en cuanto a ajustes y mejoras, mientras la exigencia por una transformación profunda en contenidos y métodos sigue creciendo. De acuerdo con Norberto Maldonado, académico y especialista en tecnología educativa, el país aún no responde al desafío de preparar a las nuevas generaciones para una realidad dominada por la inteligencia artificial, la ciberseguridad y la automatización.

“Cualquier avance cuenta, pero si seguimos a este ritmo, el rezago será inevitable”, advierte Maldonado, al destacar que México necesita ir más allá de reestructuraciones mínimas como una semana adicional de descanso para docentes o la continuación de los Consejos Técnicos Escolares.

En contraste, países como Estonia y Singapur marcan la pauta de hacia dónde debe dirigirse la educación del siglo XXI. En Tallin, capital estonia, estudiantes de preparatoria ya cuentan con cuentas personales de inteligencia artificial para aprender ética digital, como parte del programa “AI Leap”, que alcanza a más de 58 mil alumnos y 5 mil profesores. Singapur, por su parte, implementa desde hace años su EdTech Masterplan 2030, que integra las TIC en hasta el 30 % del tiempo escolar, favoreciendo el trabajo colaborativo y el aprendizaje tecnológico.

En el contexto nacional, el Marco Curricular Común (MCC) para la educación media superior apuesta por estandarizar competencias, pero, según Maldonado, carece de una visión futurista al no incluir módulos específicos de ciencia de datos o automatización industrial. “No basta con uniformar; hay que especializar”, enfatiza.

El programa “Escuela Mexicana 2025” contempla una inversión significativa en infraestructura —2 mil 700 millones de pesos y 200 mil nuevos espacios en bachillerato—, sin embargo, sin una actualización profunda en los contenidos curriculares, existe el riesgo de que se perpetúe un modelo educativo desfasado. “Podemos ampliar los salones, pero si no actualizamos lo que se enseña, seguimos en el mismo lugar”, señala.

Una solución clave, dice Maldonado, radica en activar la llamada triple hélice, es decir, lograr una sinergia efectiva entre gobierno, sector privado y academia para diseñar contenidos pertinentes y crear laboratorios de innovación tecnológica. Como referencia, menciona el consorcio europeo Susa, que con una inversión de 12.4 millones de euros entrena a profesionales de la salud en el uso de datos e inteligencia artificial, mediante alianzas entre universidades y empresas.

En el Valle de México, el nuevo modelo ECOEMS, que sustituye al tradicional examen COMIPEMS, introduce criterios de cercanía geográfica y desempeño previo como criterios de ingreso. No obstante, Maldonado lamenta que se haya omitido la evaluación práctica en proyectos tecnológicos. “Se perdió una gran oportunidad de fomentar el trabajo colaborativo y la innovación desde el bachillerato”, afirma.

Más allá de las políticas oficiales, el experto destaca el papel que pueden jugar las fundaciones para reducir brechas de acceso a la educación tecnológica. Desde Kooltivo —organización que él mismo dirige— se han implementado talleres gratuitos y accesibles sobre herramientas digitales básicas y avanzadas, como Microsoft Office, inteligencia artificial, edición de video y programación. “Invitamos a comunidades educativas a sumarse a esta cruzada por el futuro del país”, dice.

Finalmente, Maldonado lanza una advertencia: “Nuestro verdadero examen no es el ingreso a la universidad, sino la capacidad de preparar a las próximas generaciones para liderar en el entorno digital. Si no lo hacemos ahora, será demasiado tarde”, concluye.

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