Ciudad de México, 6 de octubre de 2025.- MED-EL, líder en soluciones auditivas, recuerda que la pérdida auditiva en la vejez afecta la capacidad de oír y también puede transformar la vida cotidiana en un entorno solitario, desconectando a las personas mayores de sus vínculos familiares, sociales y emocionales. A propósito del Día Internacional del Adulto Mayor, es importante visibilizar esta condición muchas veces ignorada y promover su atención oportuna.
Con el paso de los años, muchas personas comienzan a notar que seguir una conversación en una reunión familiar o escuchar claramente llamadas telefónicas se vuelve cada vez más difícil. Este fenómeno, que en la mayoría de los casos es progresivo, se conoce como presbiacusia y afecta tanto la eficacia auditiva como la calidad de vida.
“La pérdida auditiva en adultos mayores no debe asumirse como un efecto inevitable del envejecimiento. Existen factores de riesgo como la hipertensión, la diabetes o incluso el uso de ciertos medicamentos que pueden afectar las células sensoriales del oído. También hay condiciones menos frecuentes, como la otosclerosis, que pueden agravar la hipoacusia con el paso del tiempo. Ante esto, una evaluación auditiva oportuna es fundamental. Actualmente contamos con soluciones para cada tipo y grado de pérdida auditiva, que van desde audífonos hasta implantes cocleares de tecnología avanzada, como los de origen austríaco”, explica Dulce María García Jacuinde, Médico Audióloga y de Soporte Clínico en MED-EL México.
Lejos de ser una simple molestia, la pérdida auditiva puede convertirse en una barrera para la socialización. La dificultad para entender lo que otros dicen genera frustración, evita la participación en conversaciones y puede llevar al aislamiento, un factor que especialistas vinculan directamente con el declive de la memoria y las habilidades mentales.
Según datos del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM), alrededor de uno de cada tres adultos de entre 65 y 74 años presenta algún nivel de pérdida auditiva. Esta condición aumenta con la edad, ya que casi el 50% de las personas mayores de 75 años en México enfrenta dificultades para oír. En ese mismo sentido, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) destaca que el envejecimiento poblacional ha incrementado la prevalencia de esta condición, la cual puede afectar hasta al 30% de los adultos mayores de 85 años.
Además de disminuir la interacción con el entorno, la hipoacusia implica un mayor esfuerzo mental para comprender el habla, lo que aumenta la carga cognitiva y puede agravar el deterioro cerebral en personas que ya presentan síntomas de demencia. Por ello, la pérdida auditiva debe atenderse con la misma seriedad que otras condiciones crónicas en la tercera edad.
MED-EL destaca algunas de las consecuencias que pueden derivarse de la combinación entre pérdida auditiva y deterioro cognitivo en personas mayores:
- Aislamiento social: La sordera dificulta la comunicación cotidiana, lo que con frecuencia conduce al aislamiento. Esta reducción en la interacción social representa un factor de riesgo significativo para la pérdida gradual de la memoria y las habilidades cognitivas.
- Reducción del estímulo auditivo: La hipoacusia disminuye la cantidad de información sonora que llega al cerebro, lo que reduce la actividad en las áreas responsables del procesamiento del lenguaje y otros sonidos.
- Mayor carga cognitiva: Las personas con pérdida auditiva suelen realizar un mayor esfuerzo mental para comprender lo que se dice, lo que puede desviar recursos cognitivos de otras funciones importantes, afectando la memoria, la atención y el razonamiento.
Actualmente existen soluciones auditivas de alta tecnología, que permiten a las personas mayores recuperar la capacidad de comunicarse y mantenerse activas. Desde audífonos digitales hasta implantes cocleares, la gama de opciones se adapta a distintos niveles de pérdida auditiva y condiciones médicas individuales.
En este contexto, la detección temprana es clave. Una revisión auditiva puede detectar problemas antes de que afecten seriamente la vida social y emocional del adulto mayor. También es fundamental el apoyo de la familia, tanto para animar a los mayores a buscar ayuda profesional, como para fomentar una comunicación empática y paciente.