Ciudad de México, 23 de septiembre de 2025. El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad o TDAH es una condición del neurodesarrollo que se caracteriza por síntomas de inatención, impulsividad e hiperactividad, pudiendo afectar el rendimiento escolar, laboral y social. Aunque suele diagnosticarse en la infancia, hoy se reconoce que también puede persistir en la edad adulta e incluso descubrirse por primera vez en esta etapa de la vida.
En los últimos años, múltiples estudios han demostrado que el TDAH no solo impacta la conducta y la concentración, sino que también guarda una relación estrecha con la obesidad.
Investigaciones han encontrado que las personas con esta condición tienen hasta un 55% más de riesgo de desarrollar obesidad. Además, se sabe que el TDAH en adultos no es poco frecuente: alrededor del 4.4% de la población adulta lo padece, aún sin haber sido diagnosticada en la infancia.
Un estudio de la Mayo Clinic, en Minnesota, reveló que las niñas diagnosticadas con TDAH en la infancia tienen el doble de riesgo de presentar obesidad en la adultez. Este hallazgo confirma que la relación entre ambos padecimientos no es solo circunstancial ni de corto plazo, sino que puede comenzar en edades muy tempranas y acompañar a las personas a lo largo de su vida.
A esta evidencia se suma un estudio publicado en Translational Psychiatry, que identificó un componente genético y prenatal en la asociación de ambos padecimientos. Los investigadores demostraron que la obesidad materna durante el embarazo incrementa el riesgo de síntomas de TDAH en los hijos y confirmaron la existencia de una relación bidireccional: el TDAH puede favorecer el aumento de peso por impulsividad y menor actividad física; mientras que la obesidad, a través de inflamación sistémica, tiene un impacto directo en funciones cerebrales, generando síntomas como los del TDAH.
“El paciente con TDAH enfrenta retos adicionales para organizar su rutina diaria, mantener horarios de comida o sostener hábitos de ejercicio. Todo esto lo hace más vulnerable a la obesidad. Pero hoy sabemos que no solo es un tema de conducta: también hay bases genéticas y prenatales que refuerzan esta relación”, explica el Dr. Luis Jesús Dorado, especialista en Nutrición Clínica y Manejo Integral de la Obesidad.
El médico subraya que el tratamiento debe ser integral y personalizado. La farmacoterapia para el TDAH puede ayudar a regular la impulsividad y el apetito, mientras que la psicoterapia cognitivo-conductual contribuye a mejorar la autorregulación y la adherencia a hábitos saludables. Esto debe complementarse con planes de nutrición y ejercicio estructurados, y en casos específicos, con farmacoterapia para la obesidad o cirugía bariátrica, pero eso solo lo puede indicar un especialista.
“Ni el TDAH ni la obesidad son fallas de voluntad. Son condiciones médicas complejas, con bases biológicas, genéticas y ambientales, que requieren diagnóstico, acompañamiento profesional y empatía. Entenderlas en conjunto permite ofrecer a los pacientes tratamientos más efectivos y sostenibles”, concluye el Dr. Dorado.