Investigadores que viajaban a lo largo de las fosas de Kuril-Kamchatka y Aleutianas en el noroeste del océano Pacífico utilizaron un sumergible para encontrar gusanos tubulares y moluscos que florecen a más de 9,5 kilómetros de profundidad. La parte más profunda del océano desciende hasta unos 11 kilómetros.
Los científicos ya habían estudiado esta área antes y tenían indicios de que criaturas más grandes podrían vivir a tales profundidades. El descubrimiento confirma esas sospechas y muestra cuán extensas son las comunidades, dijo Julie Huber, microbióloga de aguas profundas del Instituto Oceanográfico Woods Hole.
“Observa cuántos hay, observa cuán profundos están”, dijo Huber, quien no participó en la investigación. “No todos se ven iguales y están en un lugar al que no hemos tenido buen acceso antes”.
Los hallazgos se publicaron en la revista Nature. En ausencia de luz para producir su propio alimento, muchos habitantes de las fosas, grandes y pequeños, sobreviven con elementos clave como el carbono que desciende desde niveles superiores del océano.
Los científicos piensan que los microbios en esta nueva red podrían estar aprovechando el carbono que se ha acumulado en la fosa con el tiempo, procesándolo para crear químicos que se filtran a través de grietas en el fondo del océano. Los gusanos tubulares y los moluscos pueden sobrevivir comiendo esas diminutas criaturas o viviendo con ellas y alimentándose de los productos de su trabajo, dijeron los científicos.
Con este descubrimiento, los estudios futuros se centrarán en cómo estas criaturas de aguas profundas se adaptaron para sobrevivir en condiciones tan extremas y cómo exactamente aprovechan las reacciones químicas para alimentarse, dijeron en un comunicado los autores del estudio Mengran Du de la Academia China de Ciencias y Vladimir Mordukhovich de la Academia Rusa de Ciencias.