Ciudad de México, 8 de octubre de 2025. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que en los niños menores de 5 años la ingesta de azúcar no supere el 10% de las calorías diarias, siendo lo ideal mantenerla por debajo del 5%. Esto contribuye a prevenir caries, sobrepeso y otros problemas que pueden afectar su calidad de vida incluso en la edad adulta. De ahí la importancia de generar hábitos alimenticios saludables durante la primera etapa de vida, pues impactarán significativamente su salud en el mediano y largo plazo.
Un estudio publicado en la revista Science en 2024 demostró que la exposición temprana a altos niveles de azúcar añadida puede reducir la aceptación de frutas y verduras, fomentando la preferencia por sabores dulces que afectan su alimentación en su vida adulta.
Por ello, la mejor opción es sustituir la azúcar añadida por alternativas más nutritivas. La elección correcta puede marcar la diferencia: se puede optar por alimentos que aportan azúcares de manera natural, como la lactosa presente en la leche.
Como expertos en nutrición especializada, NIDO®, nos comparte 4 consejos para ayudar a que los más pequeños lleven una dieta más saludable:
1. Incorporar frutas frescas y deshidratadas sin azúcar añadida
Las frutas aportan vitaminas, minerales, fibra y un dulzor natural que satisface los antojos. Reemplazar galletas y dulces procesados por manzanas, plátanos, uvas o fresas ayuda a mantener niveles de energía estables y fortalece el sistema inmunológico.
2. Elegir productos lácteos creados especialmente para satisfacer las necesidades nutrimentales de niños entre 1 y 3 años
NIDO® es un producto sin azúcar añadida que satisface las necesidades nutricionales específicas de los infantes de 1 a 3 años. Este producto se caracteriza por su contenido de 1 billón de probióticos y está fortificado con vitaminas y minerales esenciales para el crecimiento, incluyendo hierro, zinc y vitamina D. Además, NIDO® proporciona proteínas en cantidades adecuadas, asegurando un aporte equilibrado de macronutrientes vitales para el desarrollo saludable de los niños en esta etapa crítica de su vida.
3. Incorporar cereales integrales para una energía sostenida
Avena, pan integral y amaranto son alimentos que liberan energía de manera gradual, evitando picos de glucosa que generan cansancio o falta de concentración, además son fuente de fibra, indispensable para una digestión saludable.
4. Endulzar con ingredientes naturales
Plátano maduro, puré de manzana, dátiles o calabaza son aliados para sustituir la azúcar refinada en postres y colaciones caseras. Estos ingredientes no solo aportan dulzor, sino también nutrientes adicionales y una mejor textura en las preparaciones.
Como tip adicional es importante aprender a leer las etiquetas de los productos que se consumen en casa y priorizar en los que consumen los niños pequeños aquellos que contengan ingredientes adecuados a sus necesidades nutricionales y estén creados para esta etapa de vida. NIDO®, por ejemplo, cuenta con una línea de productos especialmente diseñados para la infancia, que además de estar libres de azúcar añadida, contienen 1 billón de probióticos (que ayudan a mantener el equilibrio de la microbiota intestinal, fortalecen el sistema inmunológico y mejoran la digestión), vitaminas y minerales esenciales para su desarrollo.
Diferencia entre el azúcar natural y la azúcar añadida
El azúcar está presente en nuestra dieta de distintas formas, pero no todas impactan de la misma manera en nuestro organismo. El azúcar natural, aquel que se encuentra en frutas, verduras y leche, llega acompañado de nutrientes esenciales como vitaminas, minerales y fibra, convirtiéndolo en un aliado del desarrollo y la energía diaria. En cambio, la azúcar añadida que se incorpora durante la preparación de alimentos y bebidas aporta calorías vacías y carece de beneficios nutricionales, convirtiéndose en un riesgo cuando se consume en exceso. Elegir conscientemente entre uno y otro puede marcar la diferencia en la salud de los más pequeños a largo plazo.
Impulsar una nutrición sin azúcares añadidos desde la infancia es una inversión en el bienestar de las próximas generaciones. Con pequeños cambios en la mesa familiar y en las escuelas, es posible construir un entorno más saludable y sostenible para los niños.