Si en mi familia hay historia de diabetes tipo 2, ¿también yo la desarrollaré?

La diabetes tipo 2 conforma entre un 90% y un 95% de todos los casos de diabetes.

Redacción
Bienestar
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Cortesía Nucleus

Esta es una de las preguntas que más inquieta a la población, ya que las estadísticas

sugieren que técnicamente en todas las familias hay al menos una persona con diabetes,

lo que preocupa a quienes no la han presentado aún.

Con motivo del Día Internacional del ADN, que se conmemora cada 25 de abril desde el

2003 (para celebrar el descubrimiento de la estructura en doble hélice del ADN como uno

de los hallazgos científicos de mayor impacto en la humanidad), educadoras en diabetes

buscan arrojar luz en el aspecto genético de la diabetes.

El ADN es el encargado de determinar todos nuestros genes, desde el color de los ojos

hasta el riesgo de padecer una enfermedad. Dentro de las secuencias de las moléculas

del ADN se pueden presentar mutaciones como resultado de errores en la copia del ADN

durante la división celular o mediante la exposición a radicaciones, sustancias químicas o

infecciones virales.

Algunas mutaciones pueden provocar enfermedades o trastornos genéticos, que están

divididos en 3 tipos:

Defectos monogenéticos: que afectan solo un gen.

Trastornos cromosómicos: cuando los cromosomas, o parte de ellos, faltan o cambian.

Trastornos multifactoriales: hay mutaciones en dos o más genes. En este tipo,

también influye el estilo de vida y medio ambiente, por ejemplo, la diabetes.

A partir de este contexto, Arlette Ramírez, educadora en diabetes de Ultra-Fine™,

describe que la diabetes tipo 2 no ocurre de forma repentina, “se requiere del paso de

tiempo en combinación con una serie de factores para que se desarrolle. Influyen

aspectos como el sobrepeso y la obesidad, el sedentarismo, alimentación inadecuada,

tabaquismo, entre otros hábitos en un estilo de vida poco saludable, que son factores

externos que juegan un rol muy importante en propiciar que se presente, con la buena

noticia de que se pueden modificar para mejorar nuestra salud. Sin embargo, también hay

cuestiones inherentes a nosotros que no se pueden modificar como avanzar en edad,

nuestra etnia, y claro, el factor genético”.

Hay que considerar que los hábitos y el estilo de vida también se heredan, los cuáles

pueden resultar difíciles de cambiar. Es decir, si los adultos en una familia no tienen una

alimentación balanceada, son sedentarios, entre otras cosas, es lo que transmitirán como

estilo de vida cotidiano en el entorno familiar a las generaciones sucesoras.

“La educación en diabetes es fundamental para comenzar a transformar hábitos poco recomendables en prácticas más

béneficas para nuestra salud, ya sea como prevención o como parte de un tratamiento integral y personalizado, lo que

impulsará un autocuidado efectivo para quienes ya viven con esta condición”, menciona la experta.

Es importante destacar que no todos lo que sean portadores de una mutación tendrán

diabetes. Sin embargo, muchas personas con diabetes tienen una o más de estas

mutaciones. En general, las mutaciones en cualquier gen involucrado en el control de los

niveles de glucosa pueden incrementar el riesgo de diabetes tipo 2. Esto incluye genes

que controlan la producción de la glucosa, la producción y regulación de la insulina y

cómo se detectan los niveles de glucosa en el cuerpo.

Es así como Arlette Ramírez aclara: “El factor genético aumenta la probabilidad de

desarrollar diabetes tipo 2, sí, pero no es el punto más definitivo o determinante.

Incrementa el riesgo al interrelacionarse con los factores ambientales entendidos como

hábitos poco saludables”.

Algunas recomendaciones para prevenir la diabetes son: mantener un peso saludable,

tener una alimentación balanceada, hacer ejercicio regularmente, controlar la presión

arterial y el colesterol, dormir bien, dejar o evitar el tabaquismo y hacerse pruebas de

glucosa mínima una vez al año.

A todo esto, se puede sumar, como parte de un tratamiento completo: monitoreos

frecuentes de glucosa, uso de medicamentos orales y/o insulina según sea el caso y

actualización constante en habilidades y conocimientos, por ejemplo, con la correcta

técnica de inyección de insulina, que implica utilizar agujas ultrafinas y cortas, seleccionar

el sitio de aplicación, la preparación de la insulina, no reutilizar los dispositivos, entre otros

lineamientos.

Ambos aspectos, siempre deben llevarse a cabo bajo supervisión médica y equipo de

profesionales de la salud, evitando retrasar la consulta.