CDMX. 31 de diciembre de 2025. La pubertad precoz es una alteración que provoca la aparición temprana de características físicas propias de la madurez sexual. En las niñas, puede manifestarse antes de los 8 años; en los varones, antes de los 9.
Aunque en nuestro país no se cuenta con estadísticas oficiales sobre su incidencia, la detección temprana resulta clave. Por eso, es esencial que padres, madres, cuidadores y profesionales de la salud reconozcan los primeros signos de esta condición para facilitar un abordaje médico oportuno que minimice sus posibles efectos físicos, emocionales y sociales.
“La pubertad temprana puede tener impactos significativos en el ámbito social y psicológico de los menores que la experimentan, ya que atraviesan cambios físicos y hormonales antes que sus pares. Esta alteración puede influir en la estatura final del menor, afectar su autoestima y elevar el riesgo de enfermedades metabólicas en la edad adulta”, explica el Dr. Víctor Lira Quiroz, gerente médico de Adium México.
Estos niños pueden desarrollar baja autoestima, ansiedad, conductas agresivas, vergüenza, timidez o incluso depresión, lo que los lleva a experimentar aislamiento. En lo social los hace blanco de burlas o bullying, e incluso exponerlos a presiones para las que no están emocional ni cognitivamente preparados.
Principales signos de alerta
· Desarrollo mamario o testicular antes de la edad esperada
· Vello púbico o axilar prematuro, acompañado de olor corporal intenso
· Cambios repentinos en la estatura
· Alteraciones en el estado de ánimo o conducta
· Presencia de menstruación antes de los 8 años en las niñas
· Acné
Aunque las causas pueden ser diversas (genéticas, ambientales, neurológicas o idiopáticas), expertos han destacado la necesidad de educar sobre los factores de riesgo, como el sobrepeso infantil, la exposición a disruptores endocrinos y el uso excesivo de dispositivos electrónicos que alteran el ritmo circadiano y hormonal.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Gazi de Turquía, en animales, expuso que la exposición a la luz azul, como la de los teléfonos o tabletas electrónicas, pueden acelerar el crecimiento y edad ósea, desarrollando pubertad precoz.
Mientras que otro estudio realizado en la Universidad Industrial de Santander, en Colombia, mostró que el sedentarismo excesivo también se asocia con un mayor riesgo de presentar pubertad precoz, especialmente en niñas.
Si sospecha pubertad precoz en un menor, se recomienda acudir con un endocrinólogo pediatra para una valoración completa. En México existen tratamientos de medicamentos análogos que frenan temporalmente la hormona del desarrollo, detienen la pubertad precoz y a su vez protegen a salud física y emocional de los pequeños.
“Hablar de Pubertad Precoz, no debería ser un tabú. Conscientes del creciente número de casos de pubertad precoz en el país, creemos que el acceso a la información científica, al diagnóstico oportuno y el acompañamiento médico son fundamentales para proteger el bienestar de la niñez mexicana. Por ello Adium México reafirma su compromiso con la salud infantil en México, especialmente en el abordaje integral de condiciones que afectan el desarrollo físico y emocional de nuestros niños”, agregó Lira Quiroz.
Un llamado a las familias mexicanas
Frente al aumento de casos de pubertad precoz en el país, es importante que las familias mantengan una vigilancia cercana de cualquier cambio físico o conductual que se presente en los menores. La etapa de desarrollo infantil es dinámica, pero cuando las transformaciones ocurren de manera acelerada o a edades inesperadas, es fundamental no normalizarlas ni minimizarlas. Los especialistas coinciden en que las pequeñas señales pueden ser indicadores que permiten iniciar a tiempo el proceso diagnóstico y evitar complicaciones a largo plazo.
Además del seguimiento médico, el acompañamiento emocional dentro del hogar es clave. Explicarles a los niños y niñas lo que están experimentando, generar un entorno de confianza y evitar cualquier forma de estigmatización puede marcar una diferencia significativa en su autoestima y bienestar. La pubertad precoz no solo impacta al cuerpo; transforma la forma en que los menores perciben su entorno y cómo se relacionan con él. Por ello, padres, madres y cuidadores deben estar preparados para ofrecer guía, comprensión y apoyo continuo.
La vigilancia informada y la búsqueda temprana de atención especializada permiten preservar el desarrollo adecuado de los niños y niñas, garantizar su salud emocional y protegerlos de los riesgos físicos y psicológicos asociados a esta condición. Reconocer los cambios a tiempo no solo mejora el pronóstico médico, sino que contribuye a que cada menor viva su infancia en las condiciones que merece: con seguridad, acompañamiento y bienestar.

