Investigadores del Cinvestav descubren afectaciones en tejido adiposo por diabetes

Investigación realizada en Centro de Investigación sobre el Envejecimiento del Cinvestav apunta hacia alteraciones a nivel celular durante el progreso de la enfermedad

Bienestar
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CDMX. 13 de noviembre de 2025. Desde una dieta rica en azúcares, carbohidratos y grasas, hasta cuestiones genéticas o el sedentarismo, los factores relacionados con la diabetes tipo 2 son tan amplios como las alteraciones que esta enfermedad produce en el organismo.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), más del 10 por ciento de la población mexicana mayor de 20 años ha sido diagnosticada con diabetes mellitus, un porcentaje que se incrementa en los grupos de edad avanzada, donde los síntomas y alteraciones presentan un mayor riesgo.

Este hecho fue comprobado en un reciente estudio del Centro de Investigación sobre el Envejecimiento (CIE) del Cinvestav, donde se analizaron las alteraciones en el tejido adiposo (beige) durante diversos periodos de la enfermedad. La investigación demostró cómo la diabetes afecta gradualmente los tejidos.

Publicada en la revista científica Communications Biology bajo el título "Transcriptional dynamics in type 2 diabetes progression is linked with circadian, thermogenic, and cellular stress in human adipose tissue", la investigación documenta por primera vez las distintas alteraciones que ocurren en los adipocitos (células grasas) a medida que avanza la diabetes. Por ejemplo, se identificaron cambios en el ciclo circadiano, la termogénesis y el estrés celular del tejido adiposo en los distintos estadios de la enfermedad.

Según David Ricardo Orozco Solís, investigador del CIE-Cinvestav y del Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen), para determinar los efectos progresivos de la diabetes tipo 2, se analizaron muestras de tejidos de 98 pacientes (hombres y mujeres de 23 a 43 años) con diferentes niveles de la enfermedad. Se incluyeron incluso personas que, aunque no tenían diabetes, presentaban algún grado de sobrepeso.

A partir de las muestras analizadas, el equipo de investigación identificó que el tejido adiposo subcutáneo (TAS) y los adipocitos beige obtenidos de células madre de ese tejido ven gradualmente alterado su funcionamiento. Estas células, ricas en mitocondrias, tienen una alta capacidad para consumir calorías de la glucosa y los lípidos, transformándolas en calor (termogénesis), entre otras funciones importantes.

“Uno de los primeros efectos identificados durante la progresión de la enfermedad fue la alteración en los genes que controlan los ritmos circadianos (ciclos de 24 horas). Estos genes regulan el momento preciso del día en que se deben realizar muchos procesos celulares, metabólicos y fisiológicos. Por lo tanto, la alteración del ritmo circadiano genera una descoordinación celular y, en consecuencia, un aumento en el estrés celular, lo cual, en el caso de los adipocitos, va en detrimento de su capacidad para consumir calorías en forma de azúcares y lípidos”, explicó Orozco Solís. 

El investigador comentó que postularon la existencia de un círculo vicioso alimentado por diversas condiciones ambientales que alteran el reloj celular e inducen un descontrol celular, incrementando el estrés y la inflamación. Esto, a su vez, provoca mayores alteraciones del reloj, lo que genera aún más estrés celular, perpetuando así el círculo vicioso. 

También se observó una reducción gradual de las mitocondrias en el tejido adiposo, lo que conlleva una pérdida en la capacidad termogénica. Esto finalmente promueve que las células pierdan homeostasis, el proceso que equilibra la ingesta y el gasto energético. Asimismo, se observó un aumento en los procesos relacionados con el estrés oxidativo en las células, lo que acelera el proceso de envejecimiento general del organismo.

“El exceso de azúcares per se induce la glicosilación de muchas moléculas, lo que a su vez causa estrés oxidativo y muchas alteraciones moleculares y celulares. Si bien sabíamos que la diabetes mellitus afecta prácticamente todo el organismo, esta investigación nos ayudó a identificar procesos en tejidos específicos, a fin de tener mayor evidencia de las afectaciones a nivel molecular”, señaló el investigador del CIE-Cinvestav e Inmegen.

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