El regreso a clases es mucho más que la compra de útiles o la elección de un nuevo uniforme. Para muchos niños y adolescentes, este momento implica una mezcla de emociones que van desde la ilusión por reencontrar amigos hasta el temor de enfrentarse a lo desconocido.
De acuerdo con Delia Hinojosa, psicoanalista de adultos, niños y adolescentes y miembro de la Asociación Psicoanalítica Mexicana (APM), este proceso puede vivirse como “amenazante y desafiante”, ya que implica cambios significativos en los referentes afectivos: se cambian de grupo, se despiden de amistades cercanas y dejan atrás a profesores que ya conocían y comprendían su forma de ser.
“Lo nuevo se puede vivir como algo que abruma, que se desborda o que se desorganiza”, explica Hinojosa, señalando que la falta de adaptación y de acompañamiento puede derivar en ansiedad, retraimiento, problemas de sueño o apetito, e incluso pensamientos de exclusión.
El papel clave de la familia
El apoyo desde casa es determinante para que los estudiantes gestionen las emociones que surgen en esta etapa. Hinojosa recomienda que los padres y tutores valoren el tiempo de adaptación de cada hijo, fomenten el diálogo y validen sus sentimientos sin minimizarlos.
Entre las estrategias útiles para promover la adaptación, la especialista sugiere:
● Explicarles qué pueden sentir y por qué.
● Escuchar sin emitir juicios.
● Entender y aceptar cómo expresan su disgusto.
● Evitar frases que minimicen su experiencia (“no pasa nada”, “no te preocupes”).
Asimismo, se pueden aprovechar programas escolares de tutoría, espacios de escucha activa y actividades extracurriculares para reforzar el sentido de pertenencia. Objetos transicionales, diarios emocionales y la práctica regular de deporte o mindfulness también contribuyen a reducir la ansiedad.
Un reto en cada transición
Cada cambio de nivel educativo trae consigo retos emocionales distintos:
● Primaria: más reglas y expectativas que en preescolar.
● Secundaria: necesidad creciente de pertenencia y aceptación social.
● Preparatoria: búsqueda de identidad y decisiones sobre el futuro.
● Universidad: autonomía, manejo del tiempo y responsabilidad total sobre el
rendimiento académico y personal.
En todas estas etapas, la observación y cercanía de los adultos de confianza será esencial para que el estudiante enfrente con seguridad los nuevos desafíos.
Bienestar emocional: tan importante como el académico
La APM subraya que, así como se prepara a los alumnos en conocimientos y habilidades académicas, es fundamental también formarlos en resiliencia emocional. El regreso a clases es un momento clave para que las familias, las escuelas y la comunidad educativa en general trabajen juntas en fortalecer la confianza y la capacidad de adaptación de los niños y jóvenes.
“Más que quitarles el miedo, debemos enseñarles a reconocerlo y gestionarlo, porque eso les dará herramientas para toda la vida”, concluye Hinojosa.