El 18 de junio marca una fecha clave para avanzar en la comprensión del Trastorno del Espectro Autista (TEA). El Día del Orgullo Autista no es solo una oportunidad para celebrar la diversidad neurológica, sino también para reconocer la necesidad urgente de inclusión, diagnóstico temprano y acceso a terapias especializadas que mejoren la calidad de vida de quienes viven con esta condición.
Se estima que una de cada 100 personas en el mundo forma parte del espectro autista. Aunque se desconoce su causa exacta, especialistas coinciden en que existen factores genéticos y ambientales que podrían incidir en su aparición. El autismo no es una enfermedad, sino una condición del neurodesarrollo que puede identificarse desde la primera infancia por alteraciones en la interacción social, la comunicación y los patrones de comportamiento.
¿Por qué es importante visibilizar el TEA?
Hablar abiertamente del autismo es el primer paso para combatir el estigma y fomentar una sociedad más empática e informada. La detección oportuna es fundamental. De acuerdo con especialistas de la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama), es crucial vigilar el desarrollo socioemocional de niñas y niños durante los primeros mil días de vida. Señales como la falta de balbuceo, escaso contacto visual o la ausencia de juego simbólico son indicadores que deben alertar a madres, padres y cuidadores.
El diagnóstico del TEA debe ser realizado por un equipo multidisciplinario. Esta evaluación debe incluir entrevistas con familiares, cuidadores, docentes y personas cercanas al niño o niña, para identificar si las características se presentan en distintos contextos.
Actualmente, no existe un tratamiento farmacológico específico para el autismo. Sin embargo, sí hay terapias con resultados probados que permiten mejorar habilidades y fomentar la autonomía de las personas con TEA. Estas incluyen intervenciones en lenguaje, comunicación, conductuales, y rehabilitación motora.
Una de las metodologías más efectivas es el Análisis de Comportamiento Aplicado (ABA, por sus siglas en inglés). Esta técnica, basada en evidencia científica, se centra en observar cómo el entorno influye en la conducta y busca fortalecer habilidades mediante el refuerzo positivo.
“ABA no pretende cambiar quién eres, sino ayudarte a comunicarte mejor, relacionarte con los demás y alcanzar una mejor calidad de vida”, explica Claudia Medeiros, fundadora y directora clínica de Autism Center Mexico City (ACMC), clínica que ofrece terapia para niñas y niños con TEA desde los 18 meses de edad.
Con estudios y experiencia en países como Canadá, España, Australia, Estados Unidos, y México Medeiros recalca que la intervención temprana puede marcar la diferencia:
“Todos los niños tienen un potencial inmenso. Solo necesitan las herramientas adecuadas, el acompañamiento correcto y un entorno que crea en ellos”.