Durante la infancia, es normal que los niños pasen por fases en las que comen poco o se muestran selectivos con los alimentos. Sin embargo, cuando estas conductas persisten y comienzan a impactar el desarrollo físico, emocional o la dinámica familiar, puede tratarse de un problema de alimentación que requiere atención especializada.
¿Cómo saber si es un problema de alimentación o solo una fase?De acuerdo con especialistas del Autism Center Mexico City (ACMC), existen ciertos indicadores que permiten distinguir entre una etapa pasajera y una condición que debe tratarse:
- Las dificultades persisten en el tiempo.
- Afectan la salud o el bienestar del niño (por ejemplo, hay falta de crecimiento adecuado o carencias nutricionales).
- Interfieren con la dinámica familiar (como evitar comer en familia o preparar comidas distintas para el niño).
“Cuando la comida se convierte en una fuente constante de angustia para el niño o su familia, es momento de pedir ayuda”, explica Claudia Medeiros, directora de ACMC.
Síntomas frecuentes según la etapa de desarrollo
- En bebés: rechazo constante a nuevos alimentos, irritabilidad durante las comidas, bajo crecimiento.
- En infancia: consumo muy limitado de alimentos, rechazo por textura, color u olor, miedo a atragantarse, bajo apetito, constipación, letargo, conductas inapropiadas en la mesa.
- En adolescencia: preocupación excesiva por el peso, atracones, purgas, dietas restrictivas o conductas de alimentación en secreto.
Focos rojos a los que debes estar atento:
- Solo consumen entre 5 y 10 alimentos y rechazan el resto.
- Tiempos de comida excesivos.
- Disminución de peso o estancamiento en el crecimiento.
- Masticar sin tragar, esconder comida o comer solo a escondidas.
¿Por qué es clave la intervención temprana?Atender estos problemas desde los primeros años puede cambiar el rumbo de la vida del niño. Estos son algunos beneficios de buscar ayuda a tiempo:
- Evitar deficiencias nutricionales que pueden afectar el desarrollo físico y cognitivo.
- Establecer hábitos saludables desde una edad temprana.
- Reducir la ansiedad y el conflicto en torno a las comidas.
- Fomentar una relación positiva con la comida y el cuerpo.
- Prevenir problemas de salud a largo plazo relacionados con la desnutrición o una alimentación inadecuada.
- Mejorar la dinámica familiar y disminuir el estrés en el hogar.
Es importante primero descartar causas médicas o físicas. Si no hay un diagnóstico médico que explique la situación, los especialistas pueden recomendar intervención conductual. La terapia basada en el análisis conductual aplicado (ABA) ha demostrado ser efectiva en estos casos, especialmente cuando se acompaña de un enfoque multidisciplinario que incluya pediatras, nutricionistas, terapeutas ocupacionales o del lenguaje, según sea necesario.
Si sospechas que tu hijo podría tener un problema de alimentación, no estás solo. En el Autism Center Mexico City (ACMC) ofrecen orientación y acompañamiento profesional para ayudarte a entender mejor lo que está ocurriendo y trazar un plan de acción que mejore la vida de tu hijo y de toda la familia. Info@autismcenter.com.mx