La escuela es considerada como un centro de formación para niñas, niños y jóvenes. Es el sitio donde se transmiten conocimientos y se desarrollan habilidades para posteriormente incursionar en el ámbito laboral; “sin embargo, estos espacios tienen muchas similitudes con los centros de trabajo, una de ellas es que reproducen las mismas situaciones que detonan problemas psicosociales como el estrés, ansiedad, depresión o Burnout. La gran diferencia radica en que en los menores estos problemas pueden permanecer y acentuarse en la edad adulta”, advierte Abel Navajas, manager de Affor Health, empresa especializada en gestionar y mejorar la salud psicosocial de las personas en las organizaciones.
Yunue Cárdenas, coordinadora HUB Psicología México refiere que “el Burnout, tan conocido en el ámbito laboral, es el desgaste de un colaborador en el ámbito profesional; en contraparte hemos detectado que en las escuelas persiste una problemática llamada Burnying, un síndrome por desgaste que combina el agotamiento con el bullying (o acoso escolar). Es poco conocido, pero ya registra importantes afectaciones en los alumnos que puede llevarlos a profundos problemas de salud mental y en casos muy graves al suicidio”.
Los especialistas en salud mental señalan que el Burnying afecta principalmente a niños y jóvenes de entre 9 y 25 años de edad. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) los trastornos mentales que padece este sector de la población registran la tasa de suicidio más alta en el país, con 10.7 decesos por cada 100,000 jóvenes.
“Hemos detectado que muchos casos de suicidio que se registran en la gente joven tienen antecedentes de Burnying, y esto se debe a varios factores. Al final de cuentas, en la escuela los alumnos también están sometidos a presiones, tienen que cumplir con tareas, se relacionan con otros alumnos, trabajan con autoridades que en este caso son los profesores. En síntesis, están inmersos en un modelo donde también hay estrés que puede llevarlos no sólo a la deserción, sino hasta intentos por quitarse la vida”, detalla Yunue Cárdenas.
Por otra parte, cifras del Banco Mundial, precisan que la Generación Z o centennials representarán en breve el 41% de la fuerza laboral mundial, lo cual habla de su futuro impacto en el ámbito laboral.
La escuela también es un modelo organizacional
Si bien la Generación Z está conformada por nativos digitales, es decir, jóvenes inmersos en la tecnología, el consumo excesivo de ésta puede ocasionar un desgaste. Un estudio reciente de Microsoft establece que 53% de las personas que utiliza una computadora tiene un uso medio entre cuatro y 10 horas diarias; sin embargo, los centennials hacen un uso más intensivo, el cual puede llegar hasta 14 horas diarias.
“Aquí encontramos efectos similares, ya que la no desconexión tecnológica de la Generación Z es un problema, al igual que la no desconexión en los colaboradores en las empresas. En ambos casos hay un sentimiento de despersonalización que puede convertirlos en seres más insensibles, donde ya no les importa el otro porque es intrascendente lo que pasa con ellos. Tanta insatisfacción que genera el Burnying los convierte en personas agotadas, incluso llegan al ámbito laboral desgastadas, con un estrés acumulado de varios años que no fue atendido a tiempo”, explica el manager de Affor Health.
Prevenir y atender
Para inhibir esta problemática, Affor Health recomienda que los centros escolares apliquen estrategias muy similares a las que se implementan en modelos organizacionales de las empresas, donde lo principal debe ser la salud mental de los estudiantes.
Una excesiva presión hacia los alumnos y un gran desconocimiento de la enfermedad por parte de los docentes puede contribuir a que los jóvenes egresen de las universidades con efectos de Burnying que posteriormente se mezclan con el Burnout en las empresas y los convierte en colaboradores extremadamente desgastados, incluso desde el principio de su incursión al ámbito laboral.
“Nuestro ciclo inicia en la educación, donde tenemos jóvenes que traen consigo un desgaste de hasta 15 años de acudir a la escuela y estar sometidos a constante estrés y ansiedad. El gran reto consiste en empezar a mirar este problema, analizarlo y buscar soluciones integrales, como ocurre en centros de trabajo. El alumno no es consciente de que padece Burnying, por lo que detectarlo a tiempo puede contribuir a que este problema de salud mental no trascienda al ámbito laboral”, concluye Abel Navajas.