REDES SOCIALES: BATALLA ENTRE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y LA CENSURA

Arturo Moncada
Ciencia
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Internet, y en particular las redes sociales, son un espacio donde se conforma la opinión pública y por medio del cual los ciudadanos ejercen su libertad de expresión. Para muchos expertos las redes sociales quizá sean el mecanismo más poderoso de que disponen los ciudadanos para hacer oír sus voces. De tal manera que el acceso a esos espacios, que constituyen el más amplio foro democrático, tiene una indudable relevancia para la libertad de expresión.

Pero si bien la sociedad está repleta de actos que podrían afectar a las masas, la censura en las redes sociales se está saliendo de control, lo que podría representar un problema para cada usuario.

Porque aun cuando adaptarse a las reglas es obligatorio para mantener una comunidad en armonía, ya sea en el plano digital o el real, también se debe respetar el libre pensamiento, cosa que no suele percibirse a totalidad en las redes sociales.

Problemática

Actualmente la desaprobación y el rechazo de algunas ideas en las distintas plataformas suele aplicarse no solo porque el contenido vaya en contra de las políticas establecidas sino por capricho de algunos internautas y por leyes implementadas por la misma plataforma, que sin embargo cambian dependiendo del personaje en cuestión.

Y si bien es cierto que cada plataforma tiene políticas que explican detalladamente cuál contenido está permitido y cuál no, las mismas plataformas distorsionan la realidad porque son al mismo tiempo quienes regulan el contenido y establecen qué es aceptable y qué no.

Así, no solo tienen la prerrogativa de definir qué términos se pueden emplear sino que también determinan qué incluye cada concepto enlistado en sus normas.

Frank Pasquale, profesor de la Universidad de Maryland y experto en redes sociales, señala que “las grandes compañías tecnológicas afirman que lo que producen como flujos de noticias y resultados de búsqueda está protegido por la libertad de expresión cuando quieren tutelar este derecho, pero cuando se les acusa de bloquear algún tipo de idea olvidan este concepto violando la misma libertad de expresión que ellas mismas celebran”.

A esta problemática se suma la de quienes piensan que las redes sociales deben ser reguladas por los Estados nacionales. Damian Collins, un abogado inglés que impulsa esta causa, declara que la “desinformación es dañina para la democracia y para la sociedad”.

Lo que podemos ver es que estamos frente a un nuevo paradigma, agrega. “Las redes sociales comenzaron siendo un medio para expresarse libremente, sin control y sin censura. Fueron evolucionando hasta convertirse en una gran herramienta para la difusión de contenidos no solo para los individuos sino también para las empresas y el ámbito político. Rápidamente los contenidos comenzaron a tener un gran impacto en la realidad, no solo por la información que circula sino sobre todo por la velocidad de difusión. Pero así como tuvo un efecto positivo dando lugar a minorías y fomentando la libertad, también tuvo su efecto negativo. Los mensajes de odio son fáciles de encontrar en las redes sociales y cada vez son más numerosos”.

Frente a esto surge el debate de qué hacer: ¿el Estado debe intervenir estas plataformas?

Germán M. Teruel Lozano, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Murcia y autoridad en el tema de redes sociales, comenta que “las redes sociales son el único ámbito de discusión donde no hay censura. Al hacerse uno usuario se puede ver qué contenido está permitido y cuál no. Se juega con las reglas de la compañía: todo el mundo lo sabe y todo el mundo está de acuerdo. Si interviene el Estado esto cambia y el principal temor es a la censura política y a la libertad de expresión”.

Para el experto es importante que la opinión pública se desenvuelva en un espacio limpio, donde fluyan información veraz y opiniones sólidas, bien argumentadas; un lugar libre de insultos, de mentiras y de ocurrencias; un lugar donde todos podríamos comulgar con una opinión pública en la cual poder levantar una mejor democracia.

Ahora bien, ante una realidad que evidencia que muchos espacios donde se ejerce la libertad de expresión terminan contaminados por distintos “mensajes basura”, la clave está en a quién corresponde limpiarlos.

Y bajo ese argumento para muchos este trabajo correspondería a los mismos usuarios de las redes.

Autorregulación

La censura de los mensajes en las redes sociales está separada por una finísima línea de reprobación de los usuarios. Qué molesta y a quién le molesta es la gran pregunta. Así, señalan los expertos, no hace falta que las plataformas o el gobierno legislen el contenido ya que los ciudadanos son capaces de silenciar o separar las opiniones de unos y otros.

Por ejemplo en Twitter, una red en la cual cada persona se encarga de expresar como mejor le parezca su manera de pensar, bien sea con palabras fuertes o sofisticadas: basta observar los comentarios de los demás usuarios para darse cuenta de que quizá no debe ser la empresa la que directamente toma medidas sino los mismos usuarios que cuestionan y aseguran tener la manera correcta para decir las cosas.

Entonces ¿es la censura en redes sociales un problema? “Por supuesto que sí”, expresa Óscar Álvarez, de SocialGest, empresa gestora de redes sociales enfocada en la programación y distribución de contenido.

“Mientras no sea desde la administración de las redes que se implementen los controles, la libertad de expresión en las mismas seguirá vulnerada, lo cual deja en evidencia la poca capacidad de compresión que aún existe en cada ciudadano del mundo y deja en claro lo mal que estamos como sociedad al no poder digerir o simplemente ignorar contenido que no sea de nuestro agrado”, puntualiza Álvarez.

“Mientras no se tenga la disposición de educar a las personas tanto para tener responsabilidad social y pensar antes de publicar, como para respetar el libre pensamiento, cada usuario se verá afectado por las decisiones de terceros que quizá no cuenten con argumentos sustentables para actuar en su contra”, agrega.

Expansión

En la última década redes sociales como Facebook e Instagram, propiedad de Mark Zuckerberg; YouTube, propiedad de Google; y Twitter, de Jack Dorsey, tomaron un rol fundamental en la vida de las personas, formando parte de su cotidianeidad.

Estas plataformas se transformaron en una gran herramienta de comunicación debido principalmente a la velocidad de difusión de sus contenidos y a la libertad que tienen los usuarios en sus publicaciones.

Dentro del ámbito político, por ejemplo, Facebook alcanzó su clímax con la llamada Primavera Árabe, que comenzó en 2011 con la primera manifestación contra el régimen del presidente de Túnez, Zine al-Abidine Ben Ali, convocada mediante esa red social.

De ahí en adelante en países como Venezuela y China, donde en gran medida la libertad de prensa está restringida, las redes sociales pasaron a ser el ámbito de discusión y de denuncias contra las limitaciones de libertades.

Este fenómeno permitió conocer la realidad de muchos países cuyos regímenes están manchados por la corrupción, la censura política, los ataques a la libertad de expresión y/o la violación de derechos humanos, entre otras cosas.

Sin embargo cuando hablamos de redes sociales no todo son beneficios: así como los mensajes con contenidos positivos se viralizan, los de odio también lo hacen.

Facebook tiene sus propios parámetros y definiciones respecto de la clase de contenido que no tolera. Según figura en sus normas todo aquello que entra en las categorías de ataque terrorista, incitación al odio, asesinato en masa o en serie, trata de personas e incitación a la violencia o a la actividad delictiva, no está permitido.

Leyes

A pesar de que para los expertos la autorregulación de las redes sociales es el escenario ideal, muchos países cuentan con leyes específicas para estas plataformas.

“Defender la libertad de expresión no quiere decir que no haya límites para su ejercicio”, señala Teruel Lozano.

“Una democracia exige que tales límites estén previstos en una ley y se justifiquen en el daño o puesta en peligro de otro bien jurídico constitucional: el insulto, para proteger el honor, o la creación de un peligro real de actos violentos, en el caso de la incitación, por poner ejemplos”, explica.

El experto agrega que deben ser los jueces y tribunales los que por medio de un proceso con todas las garantías decidan aquello que es ejercicio de la libertad fundamental y cuándo se ha producido un exceso que merezca un reproche desde el punto de vista jurídico. “En definitiva, es función de los jueces la determinación de cuándo un contenido es ilícito. Porque concretar qué es discurso del odio o cuándo un mensaje supone una incitación al odio o a la violencia es algo que dista de ser evidente; exige una valoración cautelosa de distintos elementos: el contenido del propio mensaje, el público al que va dirigido, el contexto en el que se difunde, etcétera”, finaliza el especialista.

Regulación de redes sociales en México

Según datos de la Asociación Mexicana de Internet en el país la cantidad de usuarios mexicanos que utilizan las redes sociales es de 77 millones de personas, siendo Facebook la preferida. En este contexto surgió la necesidad de crear normas que garantizaran los derechos de los individuos en este ámbito.

Las leyes creadas tienen por objetivo proteger los datos personales de los usuarios, regular la interacción de las personas a través de esos medios y evitar ilegalidades.

Con tal fin se establecieron la Ley Federal de Protección de Datos, la Ley Federal del Consumidor, la Ley Federal de Derechos de Autor y las políticas propias que regulan las actividades en internet.

Fuente: Segob