El tercer cometa interestelar observado en la historia revela pulsos rítmicos, químicos inesperados y pistas sobre mundos de otro sistema solar.
Por tercera vez en la historia un objeto nacido fuera de nuestro Sistema Solar, un cometa interestelar, atraviesa nuestro vecindario cósmico: se trata de 3I/ATLAS, que se aproxima silencioso, pero cargado de información sobre otros sistemas planetarios. Detectado originalmente en 2023, 3I/ATLAS adquiere nuevo protagonismo en este mes de diciembre gracias a un hallazgo sorprendente: emite pulsos luminosos cada 16.16 horas, un comportamiento que revela la rotación de su núcleo y abre ventanas inéditas a su composición y estructura interna.
En un Universo donde casi todo lo que se conoce proviene de observaciones indirectas, estos visitantes actúan como mensajeros físicos de lugares que jamás podremos alcanzar.
Viajero inaudito
Hasta hace unos pocos años, los cometas interestelares eran cuerpos teóricos. Todo cambió con los objetos interestelares Oumuamua (2017) y Borisov (2019). Con 3I/ATLAS la ciencia obtiene su “tercer caso”, suficiente para empezar a comparar patrones, tecnologías de observación y trayectorias para establecer características comunes en estos nómadas.
A diferencia de los cometas del Sistema Solar, cuyo comportamiento es relativamente conocido, los visitantes interestelares —es decir, que arriban desde otra galaxia— suelen mostrar trazas químicas y dinámicas que no encajan del todo con lo que la ciencia espera. Y 3I/ATLAS no decepciona: su brillo fluctuante, los chorros de gas detectados en octubre pasado y su respuesta al calentamiento solar lo convierten en un laboratorio natural para estudiar cómo se forman los objetos en otras estrellas y qué tipo de mundos existen más allá del Sol.
Pulsos de luz: corazón del misterio
El descubrimiento más comentado realizado a principios de este mes se efectuó mediante equipos que monitorean su curva de luz: los investigadores observaron un fenómeno rítmico, un pulso luminoso repetitivo cada 16.16 horas.
Este patrón indica que el cometa tiene un núcleo asimétrico o fragmentado, que refleja la luz solar a medida que rota; también sugiere regiones activas que liberan hielo, polvo o compuestos volátiles con periodicidad estable.
Lo relevante del descubrimiento es que estos pulsos permiten modelar:
La forma del núcleo Probablemente alargado o irregular.
El periodo rotacional Clave para calcular tensiones internas y riesgo de ruptura.
La actividad superficial Que puede indicar composiciones químicas inhabituales.
En otras palabras, con unos cuantos fotones la ciencia puede reconstruir la historia de un objeto que nació alrededor de otra estrella hace millones o miles de millones de años.
¿De dónde viene realmente?
La trayectoria hiperbólica de 3I/ATLAS confirma su origen extrasolar, pero su punto de procedencia es mucho más complejo de determinar.
Simulaciones orbitales sugieren que pudo haber sido expulsado de un sistema planetario joven tras una inestabilidad gravitacional, posiblemente en una región con múltiples estrellas.
La composición de sus gases —aún en estudio— podría revelar: si procede de un sistema rico en compuestos orgánicos; si se formó lejos o cerca de su estrella original; y si su estructura es similar a los cometas del Sistema Solar o totalmente distinta.
La hipótesis más sugerente es que 3I/ATLAS podría ser un fragmento de un disco protoplanetario que nunca llegó a formar un planeta y fue expulsado al espacio interestelar.
Hoy ese fragmento se acerca a nosotros como una botella con un mensaje dentro.
El interés científico no reside solo en estudiar el cometa: reside en lo que representa.
1. Muestra física de otro sistema estelar. En lugar de observar exoplanetas a cientos de años luz, tenemos aquí material que se formó bajo otra luz estelar.

2. Claves para entender la química del cosmos. Los cometas interestelares pueden contener firmas químicas distintas a las del Sistema Solar, lo que ayuda a evaluar si los ingredientes de la vida son universales o locales.
3. Modelos de formación planetaria. Comparar cometas de distintos orígenes ofrece pistas sobre qué tan común es que los sistemas planetarios generen y expulsen grandes cantidades de material.
4. La física del viaje interestelar natural. Estos objetos llevan millones de años viajando sin degradarse; entender este proceso podría inspirar tecnologías de protección para naves futuras.
2026
El punto de máximo interés científico continuará durante varios meses. Observatorios en Hawái, Chile, España y Australia planean coordinar mediciones para trazar mapas de actividad y posibles cambios en la rotación.
Si 3I/ATLAS desarrollara una cola más intensa o mostrara un cambio en su ritmo de pulsos, podría indicar fracturas internas o procesos térmicos inesperados.
Además, la sonda europea Comet Interceptor evalúa si es factible obtener observaciones remotas de alta resolución. Aunque no puede acercarse directamente, cualquier medición adicional podría transformar nuestra comprensión de estos viajeros. 3I/ATLAS se alejará hacia la oscuridad a finales de 2026, rumbo a un trayecto solitario que continuará por cientos de miles de años.
Pero los datos que deje atrás permanecerán como uno de los capítulos más interesantes de la astronomía de esta década.
Datos esenciales
» Clasificación: El 3I/ATLAS es el tercer objeto interestelar confirmado.
» Periodo luminoso: Pulsos repetitivos cada 16.16 horas.
» Órbita: Trayectoria hiperbólica; no regresará.
» Composición esperada: Hielos volátiles, polvo interestelar y compuestos orgánicos.
» Velocidad: Más de 40 km/s respecto del Sol.
» Descubrimiento: ATLAS 2023.
Importancia científica
» El 3I/ATLAS es mensajero natural de otra estrella.
» Permite comparar química entre sistemas planetarios.
» Ayuda a probar modelos de formación de cometas.
» Su rotación revela actividad interna compleja.
» Oportunidad única: solo tres objetos interestelares confirmados.
» Potencial para detectar moléculas orgánicas exóticas.
» Ventana para la ciencia colaborativa global.
Fuente: NASA

