Invitada por la Universidad de la Libertad, la etóloga ofreció una conferencia sobre su inigualable trayectoria profesional.
Jane Goodall, etóloga y pionera en el cuidado de los animales, se presentó en la Universidad de la Libertad (UL) gracias a la colaboración de Elemental, Nicolás Ibargüen, Arturo Islas Allende y Fundación Azteca con la conferencia Razones para la esperanza, una conversación entrañable sobre toda una vida dedicada a impulsar el cuidado de la biodiversidad del planeta.
Para Antonio Domínguez Sagols, director general de Fundación Azteca, la presencia de Jane Goodall en México “es una inspiración”, algo fundamental para seguir “transformando las mentes de los jóvenes”, pues —aseguró— de eso se trata la verdadera educación.
Domínguez puntualizó que no basta con “ir a la escuela”: se trata de “generar ideas que se conviertan en pensamiento propio. Queremos jóvenes que imaginen caminos diferentes para construir un país más crítico”.
Y qué mejor ejemplo de eso que la ponente de esta ocasión: “Jane fue una de esas personas que un día imaginaron más… y hoy aquí estamos”.
Por cierto, entre los asistentes a la conferencia destacó la presencia de María Laura Medina de Salinas, presidenta del Consejo México Territorio Creativo y Design Week Mexico, emprendedora y una de las principales impulsoras del proyecto educativo de la UL.
Jane se va a África
En su conferencia Goodall compartió con su audiencia —muchos de ellos jóvenes estudiantes— momentos memorables de su trayectoria, en los que reflejó su curiosidad por los animales y su pasión por crear un mundo donde todas las especies —la humana incluida— puedan convivir.
Dijo que desde niña le gustaban los animales —su peluche favorito es un chimpancé obsequiado por su padre, de nombre Jubilee— y pasar largas horas en la naturaleza, leyendo su libro favorito: Tarzán.
Y fue a partir de esa lectura que comenzó a soñar con ir a África. “Quería vivir con animales salvajes y escribir libros sobre ellos. Nunca pensé en ser científica, las chicas no éramos científicas en esos días”, señaló con un dejo de ironía.
Sin embargo, el futuro de la pequeña que escondía puñados de lombrices debajo de su cama para tratar de averiguar cómo se movían a pesar de no tener piernas —su “primer programa de investigación animal”, según su madre— dio un vuelco cuando luego de varios meses de trabajo pudo viajar a Kenia y conocer al entonces director del Museo de Historia Natural en Nairobi, el paleoantropólogo Louis Leakey.
“Me preguntó muchas cosas sobre animales; y como yo había leído todo lo que había podido sobre ellos, pude responderlas. Y para mi suerte, en ese momento, él necesitaba una secretaria y, ¡oh sorpresa!, ahí estaba yo”, recordó. El resto es historia.
Trabajo de campo
Jane se ganó la confianza de los chimpancés —el tráfico de plátanos resultó efectivo— y de esa cercana convivencia pudo notar que eran individuos con personalidad, mentes complejas, emociones y vínculos a largo plazo.
“En los primeros cuatro meses —solo teníamos dinero para estar seis meses— observé cómo viajaban, a veces solos, a veces en grupo, y descubrí que son muy territoriales, que patrullan las fronteras de su comunidad. También que podían llegar a ser compasivos y altruistas, cazar y comer carne y tener lazos duraderos entre los miembros de sus familias, sobre todo con sus madres”, compartió.
Su trabajo en campo la posicionó como una de las biólogas más reconocidas y, por ello, Leakey la animó a estudiar el doctorado en Etología en la Universidad de Cambridge, siendo la octava persona en la historia de esa institución en acceder a un programa de doctorado sin título universitario.
Altruismo
Desde entonces Goodall trabaja sin descanso para proteger a los animales y concientizar a las personas sobre la necesidad de cuidar el planeta que habitamos.
Fundó por ello el Instituto Jane Goodall (JGI, por sus siglas en inglés), una organización mundial de conservación de la fauna y el medio ambiente, y es mensajera de la Paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
También fundó la asociación Roots & Shoots, un programa de acción comunitaria cuya misión es empoderar a jóvenes de todo el mundo — “los jóvenes son mi mayor esperanza”— para que se conviertan en agentes de cambio promoviendo proyectos de servicio en sus comunidades.
Finalmente, la etóloga que hoy es un icono global de la empatía, la ciencia y la acción positiva, ahondó en exclusiva para Vértigo sobre su experiencia trabajando de cerca, durante más de seis décadas, con los chimpancés: un antes y un después en la comprensión de la relación entre los seres humanos y el mundo natural.

—¿Qué une a los chimpancés con los humanos?
—Compartimos con los chimpancés 98% de material genético. Así que son muy parecidos a nosotros; se besan, se abrazan, se ríen, pueden contener a otro cuando está asustado. Al igual que los humanos, aprenden observando a sus madres y a la comunidad. Los chimpancés machos que compiten por el dominio se levantan, fruncen los labios y agitan los brazos. ¿No te recuerda ese gesto a algunos políticos?
Para ellos, agrega, “la familia, como para nosotros, es importante. Y permanecen juntos durante toda la vida, excepto algunos chimpancés jóvenes que se van a una comunidad vecina y permanecen ahí para distribuir sus genes a otro grupo”.
También “tenemos muchas similitudes en cómo se organiza el cerebro, nuestra composición sanguínea y la manera en que pensamos. Y —como nosotros— pueden demostrar violencia extrema. Vi comunidades de chimpancés aniquilar a otras más pequeñas”.
Pero igualmente “tienen un lado gentil y altruista. Pueden mostrar compasión hacia otros chimpancés, incluso aunque no sean de su manada. Y en ese ambiente de confrontación y desencuentro, me pregunté cómo le hacen para vivir en comunidad y resolver sus conflictos; y qué podemos aprender nosotros, los humanos, de ellos”.
Sin duda, la presencia de Goodall en la UL posiciona al campus como un espacio crítico y reafirma su compromiso con la formación de ciudadanos capaces de transformar la sociedad.
Por eso es posible que este encuentro sea la semilla para la construcción de un mundo más amigable con todas las especies. Enhorabuena para la UL.