2015: lo que nos espera

El petróleo sigue representando un tercio de los recursos que llegan a la Tesorería de la Federación.

Precios, el enemigo
Foto: ismael villafranco / Creative Commons
Columnas
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Aunque la tradición navideña le dio una suerte de tregua al pesimismo, como en el minicuento de Augusto Monterroso: “Cuando despertó, el monstruo seguía ahí”. Es decir, el enemigo malo, fruto de una guerra Oriente-Occidente, es hoy de nuevo el precio del petróleo.

Rechazada por la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) la posibilidad de reducir la oferta para presionar la demanda, no hay señal alguna de llegar a la estabilidad.

El golpe le pega por doble flanco al país: de entrada inhibe las esperadas inversiones en la coyuntura de la reforma energética y, además, coloca en jaque el ingreso fiscal en un escenario en que las coberturas contratadas se vuelven insuficientes frente a la gravedad de la caída.

El seguro contratado por la Secretaría de Hacienda tiene un piso de 70 dólares, frente a los 86 en que se había calculado el promedio para 2015.

El petróleo sigue representando un tercio de los recursos que llegan a la Tesorería de la Federación.

Bajo ese marco está latente la posibilidad de recortes al gasto de inversión, lo que necesariamente le colocaría un freno más a la economía, cuyo eje en materia de construcción se centra en la obra pública.

Sería imposible recortar el gasto social en momentos en que el país atraviesa por un escenario de turbulencia. En la misma ruta estaría descartado recortar el presupuesto en materia de seguridad.

Sin embargo existe una rendija que podría representar un punto a favor del gobierno, por más que la cosecha no sea mayor: la implantación de un programa de austeridad al estilo franciscano.

Medidas

De entrada, cerrar el crecimiento explosivo del aparato público; cancelar la llave de los gastos suntuarios, ya automóviles de lujo, teléfonos celulares por docena, mantenimiento de aparatos excesivos al servicio de los altos funcionarios, bonos de actuación interminables…

En la larga lista estarían los viajes innecesarios, los hoteles de gran lujo, los vuelos en primera clase, las caravanas faraónicas, la remodelación de oficinas a todo mármol.

La jugada la cerraría el descongelamiento de las iniciativas de combate a la corrupción, cuyo eje habla de un zar con autonomía total del gobierno y sin liga alguna con partidos políticos.

Aunque la ola que golpea los mercados tiene barruntos de marejada ante los desequilibrios económicos en la zona euro y Japón, no podría dejarse de lado el escenario interno.

Desbordada la protesta social, las empresas inhibieron en 2014 sus planes de expansión. Muchas de las inversiones previstas para el país se fueron al exterior, ya en la coyuntura de la disminución drástica en el costo de activos en España, como de las oportunidades en el centro de Europa y el sur del Hemisferio Americano.

La caída dramática en la cotización peso-dólar y los vaivenes en el Índice de Precios de la Bolsa Mexicana de Valores tienen más peso interno que externo.

Y aunque se habla de beneficio para los exportadores, no se puede soslayar que 70% de los insumos para producir mercancías de exportación llegan por la vía de importaciones.

La tercera parte del consumo en el mercado interno se nutre de productos comprados en el exterior.

En la meta de salida, pues, está la posibilidad de una burbuja inflacionaria.

Claroscuros de 2015.

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