Campal contra Pemex

La mayoría de la población, en proporción de siete a tres, se opone a una eventual “privatización” de Petróleos Mexicanos.

La mayoría de la población, se opone a una eventual “privatización” de Petróleos Mexicanos
Foto: Creative Commons
Columnas
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De acuerdo con una encuesta realizada por el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados, la mayoría de la población, en proporción de siete a tres, se opone a una eventual “privatización” de Petróleos Mexicanos, entendida esta como la venta parcial o total de la empresa pública.

En la coyuntura, en abono de su propuesta que plantea reformar los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución, el Partido Acción Nacional señala que esta no plantea la venta de un solo tornillo de la paraestatal.

Sin embargo, tanto unos como otros se alejan del blanco, dado que el problema no se centra solo en ceder plantas o capítulos específicos de las tareas de Pemex, sino en compartir con inversionistas nacionales y extranjeros la renta de petróleo.

De aprobar el Congreso la iniciativa panista, Pemex le daría paso al capital privado en tareas específicas como la exploración y explotación de petróleo, la distribución vía ductos de hidrocarburos, la refinación, la producción de gas shale y la petroquímica en todas sus fases.

Habría, pues, una campal contra la empresa pública. Pemex privados contra Pemex oficial.

Círculo

Como usted sabe, la Constitución le da a la paraestatal condición de monopolio de Estado.

Y aunque las propuestas de reforma energética planteadas a lo largo de los años señalan en su exposición de motivos la necesidad de la empresa paraestatal de recursos para exploración y explotación en aguas profundas, el problema se centra no solo en la incapacidad de esta de generarlos, sino en la voracidad del fisco para llevarse sus ganancias: 33% de la recaudación impositiva del país la genera el petróleo.

Desligar, pues, una reforma energética de una hacendaria implicaría caer en el mismo círculo vicioso.

Mientras la paraestatal no tenga recursos suficientes para enfrentar sus desafíos, seguirá latente la posibilidad de los contratos de riesgo: tú pones el capital y la tecnología, y compartimos el petróleo.

La posibilidad más cercana se dio con los llamados contratos “incentivados”; es decir, encuentras petróleo, lo extraes, y una parte de las ganancias son para ti, con la novedad de que algunas de las firmas extranjeras que participarían en la pelea pidieron solo un porcentaje insignificante, aparentemente como una forma de que vienen por todo el petróleo, no gotitas.

Y aunque por décadas se ha dicho que Pemex no tiene tecnología de punta para generar exploraciones, y que las firmas extranjeras la proporcionarían a cambio del petróleo, lo cierto es que esta se vende sin problemas en el mercado.

Así la adquirió la empresa pública cuando se lanzó a desarrollar el yacimiento de Cantarell en la Sonda de Campeche, que le dio a México la posibilidad de exportar miles de barriles de excedentes durante tres décadas.

Y aunque hasta hoy ningún partido político se ha pronunciado contra la inversión privada en campos específicos, incluida la propia exploración en aguas profundas, dado su grado de dificultad, la gran disyuntiva es si el pago se hace en especie.

Si se diera una apertura sin la posibilidad de bajarle la carga fiscal a Pemex, se le estaría condenando a una muerte súbita.

Ahora que la sacudida debe ser integral: fuera corrupción, fuera sindicato venal, fuera simulación a través de filiales como PMI, fuera ineficiencia…

El debate del milenio.

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