Impugnadas por años vía el comercio organizado —fuera la cúpula mercantil mediante la Concanaco, fueran las diversas cámaras a lo largo y ancho del país— el Instituto Mexicano del Seguro Social está cerrando a la callada sus tiendas.
La poda alcanza a más de la mitad de ellas. De 136 existentes, 70 han ido al panteón por escasez de inventarios, falta de rentabilidad, problemas de abasto…
Las esquelas las hará públicas el organismo el próximo 15 de octubre en el marco de su tradicional asamblea financiera, a la que acude el presidente Enrique Peña Nieto.
La idea es cerrar las fugas de la instancia tripartita en un escenario en que los faltantes de reservas para sus diversos seguros la tienen tronándose los dedos.
Se calcula que los fardos se acercan peligrosamente a cuatro billones de pesos. El más pesado es el laboral, es decir, el déficit en materia de reservas para jubilaciones a pensiones de sus propios trabajadores, cuyo monto alcanza un billón 700 mil millones de pesos.
En el horizonte el IMSS ha aprovechado el superávit de algunos fondos para atender el déficit de otros, lo que necesariamente lo empuja más cerca del precipicio.
Más allá, el instituto ha ubicado vías para ahorrar en su gasto de operación. Una de ellas es la consolidación de compra de medicamentos con el sector salud, lo que necesariamente redunda en mejor precio, con la novedad de que las tareas de almacenamiento las realizan los propios proveedores que van surtiendo a las farmacias del organismo conforme aparezcan huecos en los anaqueles, lo que refuerza los controles.
En la ruta, a enfermos crónicos se les dan recetas multisurtibles para evitar visitas innecesarias a los médicos sólo para mantener vivo su tratamiento.
El organismo ha endurecido su cobranza.
Escenario
En el caso de las tiendas, alguna vez sólo para derechohabientes y a partir del terremoto de 1985 para todo público, las cancelaciones alcanzan a 27 entidades federativas además de la capital del país. En esta se cerraron las de Tacubaya y Cumbres de Maltrata.
En Coahuila las de Nueva Rosita, Parras, Piedras Negras y Torreón; en Jalisco las de Autlán, Ocotlán, Puerto Vallarta, Tila y Tepatitlán; en Hidalgo las de Tula; en Michoacán las de Uruapan, Lázaro Cárdenas, La Piedad y Los Reyes…
Aparentemente la intención es cancelar toda la cadena.
En la larga existencia de las tiendas se documentaron docenas de casos de corrupción, ya mermas en los inventarios, ya cobro de “comisiones” a proveedores, como precios superiores a los de los comercios privados.
La línea, que a lo largo de los años perdió o desdibujó su función social, podría alcanzar también a los centros vacacionales de la instancia, en un escenario en el que la empresa privada que mantenía la concesión para operar un parque acuático en Oaxtepec acaba de tirar el arpa.
Colocado como el adalid en materia de justicia social desde su creación en el sexenio de Manuel Ávila Camacho, el IMSS ha perdido el escenario integral, por más que conserva en renta la mayoría de sus teatros, orientados a la salud espiritual.
Los centros deportivos, como el Cuauhtémoc, están en ruinas.
La realidad superó con creces la expectativa, en la escasa posibilidad de que el gobierno incrementaría el subsidio, que el organismo impusiera mayores cuotas patronales, o de plano cancelara algunos de sus servicios.
Por lo pronto el resto de las tiendas está en capilla.
¿Se acuerda cuando el IMSS era dueño del equipo de futbol Atlante?