EL TESORO DE RICO MCPATO Y LAS POLÍTICAS PÚBLICAS

“Adquirir riqueza no es lo mismo que producirla”.

Ricardo B. Salinas
Columnas
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Inspirado en la clásica caricatura de Disney, Rico McPato, quiero presentarles la siguiente historia, un vistazo a la vida del pato:

“McPato” ama su dinero. Él es avaro y atesora su riqueza, disfruta enormemente con solo tocarla, olerla y tenerla.

Acá vemos su cama de billetes donde el pato toma largas siestas por la tarde. ¡Disfruta en grande el placer de su avaricia!

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“McPato” es tan rico que incluso tiene una piscina llena de dinero en donde se echa clavados entre sus billetes y monedas, “qué delicia”.

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También le gusta enseñar a sus amigos cómo se debe disfrutar el tesoro acumulado.

Finalmente, nos enteramos de cómo es que ha logrado acumular tanta riqueza: ¡tiene un árbol mágico del que, en lugar de crecer hojas, crecen billetes!

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Esta es una concepción bastante popular —y dañina— sobre la riqueza y, en consecuencia, desde niños hemos crecido con la idea de que “la riqueza es perversa”. Llegamos a la vida adulta y nos encontramos con todo tipo de políticas públicas en contra de la acumulación de la riqueza.

Por ejemplo, el economista Thomas Piketty, en una entrevista con El País, sugiere un impuesto de 90% sobre el patrimonio de los multimillonarios: “Propongo un impuesto que permita dar a todo el mundo 120,000 euros a los 25 años”.

Lo que plantea Piketty es algo muy sencillo y popular: despojar de su tesoro a Rico McPato cobrándole impuestos para que sean utilizados para “financiar una herencia para todos”. Además, propone confiscar el árbol de billetes del viejo millonario y entregárselo al gobierno para cubrir sus gastos ―tendremos que suponer que la misma riqueza en manos del gobierno se aplicará eficientemente y no como ha pasado con proyectos “sociales” que en muchos casos ofrecen resultados muy pobres.

Maniqueísmo

Notemos que no hay justificación moral para el despojo, sólo una consideración bastante difusa y conveniente de “utilidad social” definida por el autor.

Por otro lado, tenemos a Oxfam, una organización internacional maniqueísta que ya he mencionado en artículos anteriores por involucrarse en una cruzada global contra la riqueza y promover una absurda lucha de clases.

Por ejemplo, en su más reciente informe propone que “el mundo debería tratar de reducir la riqueza y el número de multimillonarios a la mitad de aquí a 2030, aumentando los impuestos del 1% más rico y adoptando otras políticas que acaben con los multimillonarios”. Un frente más en la guerra contra la riqueza.

Es decir, si un empresario obtiene su riqueza gracias a su destreza para aprovechar la globalización, que no es otra cosa que el comercio entre las naciones, entonces, ¿debemos pensar que esa riqueza “no es meritoria”? En los últimos tres años hemos visto el enorme daño que puede causar el proteccionismo y la absurda batalla contra la globalización; peligrosamente olvidamos que “el comercio es la paz”.

¿Qué propone Oxfam?

La propuesta es el despojo del tesoro del viejo pato para ser redistribuido entre los pobres, quienes sí son muy meritorios y merecedores de recibir dicho tesoro. Sobre el tema del árbol de billetes, Oxfam propone hacerlo leña, para que los pobres tengan calefacción en invierno.

La interpretación sobre Rico McPato exhibe una profunda ignorancia (cargada de perversión) respecto del origen y usos de la riqueza. No puede ser la base de una discusión constructiva, ¡y mucho menos fundamento de políticas públicas!

Vamos por partes.

¿Cómo se adquiere la riqueza?

La riqueza se adquiere de tres maneras principales:

  1. Produciendo

Se produce riqueza creando innovaciones que resultan en abundancia de bienes y servicios que antes no existían o que no estaban al alcance de algún segmento de la población.
Los creadores de estas innovaciones reciben grandes cantidades de recursos por parte de miles o millones de consumidores que, de manera voluntaria, intercambian parte de sus recursos por los nuevos bienes y servicios que mejoran su calidad de vida. Así pues, la innovación que beneficia al consumidor es la causa fundamental de la creación de riqueza.

No obstante, la innovación también produce riqueza para un grupo mucho más amplio que los creadores y consumidores: enriquece a empleados y proveedores, así como a los gobiernos que cobran impuestos a partir de este nuevo segmento de la economía.

Debemos entender entonces que la economía no es un “juego de suma cero”, que lejos de repartir las rebanadas de un pastel finito, los seres humanos tenemos la capacidad de hacer crecer infinitamente este pastel a través de nuestra enorme inventiva y capacidad intelectual, en un sistema de incentivos adecuados que sólo es posible a través del libre mercado.

¿Qué pasa con el “árbol” que da billetes en lugar de hojas? Para nosotros es obvio que no existe tal cosa, salvo que lo equiparemos con la creación de dinero fíat por parte de la máquina de impresión de los bancos centrales: otra mítica forma de crear “riqueza”.

Hay que resaltar que producir billetes (imprimir dinero) no es crear riqueza. Esta es una cruel lección de la Historia Económica: consideremos a Venezuela, Zimbabwe o la Alemania de los años 20 que padecieron episodios de hiperinflación terroríficos. Y lo vivimos hoy con una preocupante inflación a nivel mundial, como resultado de las políticas para enfrentar la pandemia de COVID-19 y de la invasión de Rusia a Ucrania.

  1. Por Suerte

La suerte de nacer en una familia rica que te hereda o la suerte de sacarte la lotería. Para quienes objetan de este método vale la pena recordar aquel dicho universal: “Padre tendero, hijo caballero, nieto pordiosero”.

  1. Despojando

El despojo tiene distintos rostros:

  • Se le llama guerra cuando lo hace una nación contra otra, como Rusia a Ucrania, y se le llama robo cuando se lo hace un individuo a otro.
  • Se le llama esclavitud en una de sus formas más perversas.
  • Se llama superstición y religión cuando nos hacen creer en el cielo y el infierno para lograr que entreguemos dinero y vida por una causa religiosa —o más bien por el bienestar bastante material de un líder religioso.

Se llama monopolio o privilegio frente a otros particulares. Esta tiene muchas variedades, todas con el fin de usar la fuerza del Estado para impedir el intercambio entre personas libres. Algunos ejemplos son los fueros, derechos feudales, restricciones al comercio o la producción, en todas sus formas, impuestos, licencias, concesiones y permisos.

  • Se le llama fraude comercial cuando se promete algo que no se entrega.
  • Se le llama “servicio público” cuando se aprovecha el poder para fines personales o de un grupo a costa de otros individuos.
  • Se llama carga fiscal cuando los servicios prestados por el gobierno no sirven o son de baja calidad. Ejemplos claros de los servicios esenciales del gobierno son la seguridad, la educación y la salud pública.

En conclusión: adquirir riqueza no es lo mismo que producir riqueza.
¿Cómo se emplea la riqueza?

Cuando se habla de los “multimillonarios” usualmente se describe a las personas que aparecen en las lista de Forbes o de Bloomberg, a quienes se atribuyen grandes cantidades de “riqueza”. De ahí las constantes referencias a la desigualdad y las citas como la de Oxfam de: “El 1% más rico ha acaparado casi dos terceras partes de la nueva riqueza generada desde 2020 a nivel global. Esto casi es el doble de lo que recibe el 99% restante de la humanidad”. Esto nos regresa a la grotesca caricatura del millonario disfrutando de su tesoro en piscinas llenas de oro y billetes, mientras la inmensa mayoría está sumida en la miseria.

Pero la realidad es otra. Una gran parte de estos supuestos McPatos tiene a su nombre acciones de empresas que cotizan en las distintas bolsas de valores y, de una manera simplista y perversa, los críticos nos quieren hacer creer que esto equivale a tener piscinas de oro y billetes a su disposición. Nada más ridículo.

  1. Estas acciones no se han vendido y si se venden, habrá que ver a qué precio se realizan, ya que un exceso de oferta accionaria tiende a provocar un colapso en los precios en los mercados de valores.
  2. Al venderse, habrá que pagar muchísimos impuestos, dejando un importe neto mucho menor.
  3. Quien compra las acciones, a su vez se queda en el lugar del anterior McPato, ¡no cambia nada!
  4. Quien recibe los recursos de la venta —con toda seguridad— los va a invertir en otra empresa productiva... o tal vez regale dichos recursos a la caridad, ¡con lo cual tampoco cambia nada!

La riqueza típicamente se emplea en crear nuevas y mejores innovaciones, que resultan en más y mejores bienes y servicios en beneficio de millones de consumidores, empleados, proveedores y del propio gobierno que sigue cobrando impuestos, le vaya bien o mal a los empresarios, a las empresas y a sus empleados.
¿A quién beneficia la riqueza?

Vale la pena repetirlo: ¡la riqueza beneficia a toda la sociedad! A los creadores, consumidores, empleados, proveedores y, particularmente, al gobierno que les cobra impuestos a todos. Un empresario que tiene acciones de una empresa, cotice o no en bolsa, no puede comer, vestir o beber esas acciones: simplemente las mantiene en una cuenta de valores. La riqueza representada por este simple instrumento de registro sirve a toda la sociedad.

¿Cómo se destruye la riqueza?

Se destruye riqueza cuando se cierra una empresa productiva por cuestiones sindicales, ambientales o políticas.

Cuando cesa la innovación no se destruye la riqueza, pero sí se pierde la oportunidad de crear más riqueza. Pero ¿qué causa que cese la innovación? La desconfianza y el miedo de los empresarios creadores y sus inversionistas.

También se destruye la riqueza cuando se realizan inversiones fallidas —que no se pueden considerar inversiones sino un gasto insensato—. Finalmente, sin duda, el gasto militar y las guerras —civiles o en el extranjero—, ya que no producen beneficio alguno, salvo para los proveedores de equipo bélico.

Haremos bien en reflexionar sobre la visión maniquea que se tiene de Rico McPato. Pensemos si aspiramos a un árbol que da billetes o a empresas productivas que, con sus productos y empleos, nos beneficien a todos.