¿LIBERTAD O LEYES PROHIBICIONISTAS?

Es hora de pasar a la prevención y no a la criminalización.

Claudia Ivett García
Columnas
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“Mucha de la historia social del mundo occidental en las últimas décadas ha involucrado reemplazar lo que funcionaba con lo que sonaba bien”. Esta es una de las frases más famosas del pensador y economista estadunidense Thomas Sowell. Uno de sus libros más leídos es Basic Economics, donde crea una guía para entender esta materia mediante el sentido común.

Reemplazar aquello que funciona por aquello que suena bien o que parece políticamente correcto ha sido una práctica recurrente en las últimas décadas en la legislación mexicana.

Es aquí donde cabe hablar sobre libertad: libertad económica, libertad de elección, libertad para ser ejercida con responsabilidad… La política prohibicionista a escala mundial ha traído consecuencias negativas tales como corrupción, comercio ilegal, desaceleración económica y, finalmente, el debilitamiento del Estado de Derecho.

Recientemente la legislación oaxaqueña decidió prohibir que se venda, done o regale alimento y bebida de alto contenido calórico a menores de 18 años. Esta legislación pretende sustituir lo que funciona por aquello que parece sonar bien y que incluso en tiempos electorales y rumbo a los comicios de 2021 es atractivo para presumir en campañas y debates.

Antes de que esta legislación local se pruebe en la realidad por medio de su implementación, antes de que arroje datos certeros sobre la posible disminución de índices de sobrepeso y obesidad en menores, incluso antes de demostrar que no afectará la lenta reactivación económica de las tienditas y pequeños negocios en plena pandemia, esta iniciativa ya parece ser bandera en otros estados de la República. Tabasco aprobó una ley espejo y ya se presentaron iniciativas similares en Chihuahua, Colima, Jalisco, Hidalgo y Estado de México.

Educación

Con esta ley solo se conseguirá convertir en delincuentes a comerciantes honrados que atienden sus pequeños negocios y colocar en el papel de potenciales incumplidores de una ley a niños y jóvenes que lo que necesitan es más atención por parte de la sociedad y del gobierno en sus tres niveles.

Se requiere un cambio de cultura alimenticia y a esto solo se llegará a través del camino que históricamente ha probado ser efectivo: la educación.

La educación puede enseñar a los niños y jóvenes de este país a escoger lo que es bueno para uno mismo y para el bien común. Es indispensable educar para que los menores puedan entender que la alimentación no se puede basar en postres sino en un plato balanceado. También es indispensable que no se criminalice a un simple postre. La clave es el equilibrio. La clave es la libertad de elección.

La prohibición anula cualquier posibilidad de crecimiento personal y entendimiento a largo plazo.

No cabe duda que los significados de la prohibición cambian en función de su contexto social e histórico. Sin embargo recordemos que los derechos humanos deben predominar. En tal sentido la idea de la libertad individual y del derecho de las personas a decidir sobre su desarrollo personal debe predominar. Tenemos derecho como sociedad a cuestionar la política prohibicionista.

Es hora de detenernos un momento a reflexionar y dejar atrás el esquema punitivo para pasar a la prevención y no a la criminalización. Es momento de cuestionar lo que suena bien o parece políticamente correcto para regresar al sentido común.