Siempre he estado a favor de que al deportista se le apoye en todos los sentidos, pero nunca estaré de acuerdo con que se le premie sin merecerlo, como ocurrió hace algunos días.
Yo esperaba que las autoridades deportivas y ejecutivas de este país premiaran económicamente a esos que obtuvieron buenos resultados en los pasados Juegos Olímpicos, pero ocurrió todo lo contrario.
Digamos que la gente del entorno político y deportivo mexicano se quiso parar el cuello entregando a TODOS los atletas y entrenadores que estuvieron en Tokio 240 mil pesos, que se traducen en una inversión final de 110 millones 940 mil pesos. Es decir: es la mayor cantidad de premios económicos entregados en la historia del deporte mexicano para la peor delegación en cuanto a resultados en los últimos 25 años. ¡Así! ¡De ese tamaño!
Se pudieron ahorrar un dineral para invertirlo en infraestructura, desarrollo y fogueo de deportistas, entre otras miles de cosas que de verdad hacen falta para que en el futuro la historia sea distinta.
El tema era muy sencillo: solo aquellos que ganaron medalla en Tokio (que por cierto fueron cuatro preseas de bronce) debieron recibir el estímulo económico y nada más. Insisto: se trataba de premiar el éxito, no la mediocridad.
Algunos de los deportistas mexicanos que estuvieron en los juegos de Tokio ni siquiera lograron su calificación por esfuerzo, sino por papeleo, invitación o porque un atleta de otro país se bajó del barco y dio cabida a uno de los nuestros.
Regalar el dinero por regalar no es la solución a la precaria situación que atraviesa el deporte mexicano. Lo único que propician con este tipo de premios es nutrir el populismo de las autoridades que hoy mandan en el país, pero principalmente malacostumbran al deportista, ese que hoy sabe que el fracaso está bien pagado.
En medio de todo esto me gustaría dejar claro que los que sí merecen estímulo económico son aquellos mexicanos que participaron en los Juegos Paralímpicos: esa delegación sí se la rifó. De hecho, se supone que a los de deporte adaptado que ganaron oro les entregarán 480 mil pesos, para los de plata 420 mil y a los de bronce 300 mil. ¡Aquí sí se premia la meritocracia!
París 2024
Cuando hay dinero lo invierten mal premiando el fracaso y cuando no hay es porque se lo roban de manera descarada y sin remordimientos: así trabaja el deporte mexicano y no hay quién ponga freno.
Urge en el deporte de nuestro país transparencia e inteligencia para manejar los recursos. De no ser así, en París 2024 difícilmente se superará lo hecho en Tokio. Y mire que la vara no está tan alta con cuatro medallas de bronce conseguidas. Si no se ponen a trabajar, los próximos Juegos Olímpicos pueden resultar un accidentote.
¡Abusados!