Creo que a nuestro país ya le tocaba una bofetada como la de Catar, porque así se pudo reafirmar que el futbol mexicano, entiéndase liga y selección mayor, están en un nivel medianito, no en un terreno de primer mundo como nos quieren hacer creer. De tal manera que lo ideal sería una reestructuración en todos los niveles de la Federación Mexicana de Futbol (FMF) y así replantear objetivos para generar una estrategia a mediano y largo plazos que vaya en favor del progreso deportivo.
Pero esto no ocurrirá: el incapaz de Yon de Luisa increíblemente seguirá en su cargo como presidente de la FMF.
Entonces, haga de cuenta que la eliminación del equipo nacional mexicano en la fase de grupos del Mundial fue más bien un triunfo, fue como ganar la Copa, un objetivo cumplido, un verdadero logro que debiera tener orgullosos a los mexicanos. Haga de cuenta que el tropiezo fue un premio.
Pero esto de hacerse el loco, de la vista gorda, de transmitir el mensaje de “¡No pasa nada y no habrá consecuencias tras rotundo fracaso!”, me parece sumamente delicado.
Esta es una postura irresponsable, peligrosa; más en un México en el que muchos de los errores que se cometen pasan por alto en el sector político y social. Nos estamos malacostumbrando a ser el país del no pasa nada. Es el punto fino que le quiero transmitir en esta oportunidad.
Mientras sigamos siendo un México al que en el aspecto deportivo y político no le importen las consecuencias del mal trabajo, del mal desempeño, de la mala gestión, de la errónea colaboración, del constante fracaso, de los malos resultados, seremos una nación con pocas posibilidades de progreso en diferentes ámbitos.
Cuando una pieza no entrega los resultados esperados se tiene que cambiar, pero con tiempo y no cuando el agua ha llegado al cuello, como también muchas veces ocurre, principalmente en este deporte llamado futbol, el que nos ha dado más tristezas que alegrías a nivel selección mexicana.
Mensaje
Quizás el producto Selección Mexicana de Futbol sea uno de los más afortunados que yo conozca en el negocio del deporte. El equipo nacional de futbol, sin entregar buenos resultados y con constantes decepciones, es capaz de facturar millones de dólares por concepto de ventas y relaciones comerciales con empresas a las que parece no les molesta perder su dinero invertido en un lugar donde no se está acostumbrado a triunfar. Pero... ¡cada quien!
Hago una atenta invitación a empresarios de la Iniciativa Privada a que vean más allá de la selección mexicana y notarán que hay deportistas o equipos nacionales que realmente se parten el alma para primero calificar a una competencia y después verdaderamente intentar ganar.
Créanme que, por ejemplo, detrás de una medalla centroamericana, panamericana u olímpica hay un esfuerzo bárbaro de deportistas realmente comprometidos con su gente, con su nación, con su bandera…
Le garantizo al sector empresarial que si apoya a quienes realmente lo merecen (por resultados) su satisfacción será invaluable. Vienen los Juegos Olímpicos de París 2024 y créanme: están a tiempo de apoyar. ¡No se arrepentirán!