NO SON NECESARIOS

“La historia dicta que los extranjeros nacionalizados mexicanos no son solución”.

Cristopher Rivera
Columnas
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Sigo teniendo la idea de que si un jugador extranjero de nuestro futbol se nacionaliza mexicano para vestir la playera de la Selección Nacional tiene que ser un verdadero crack, un fuera de serie con la capacidad de marcar absoluta diferencia en el campo ya sea con goles, pases, movimientos, etcétera. Para acabar pronto: debe tener todas las credenciales para representar a nuestro país.

Lastimosamente en los últimos 20 años los “reporfans” o porristas de los medios vendieron a muchos jugadores extranjeros como “superestrellas” del futbol para que se naturalizaran y fueran seleccionados nacionales. Muchos lo lograron pero pocos han trascendido de manera notable.

Recuerdo al argentino Gabriel Caballero: buen jugador, con grandes momentos en Santos Laguna y después con Pachuca, pero no era un fuera de serie. Se nacionalizó mexicano; lo convocó Javier Aguirre al Mundial de Corea-Japón y su presencia en el campo no fue determinante. ¡Bueno!, se quedó en la banca en el duelo decisivo de octavos de final ante Estados Unidos.

Otro que decían era el futuro del gol en la selección mexicana era el también argentino Guillermo Franco. La campaña mediática ayudó a que este jugador se naturalizara y participara en los mundiales de Alemania 2006 y Sudáfrica 2010. Sus actuaciones en ambas competencias fueron bastante tibias, es decir, ningún relumbrón. En 27 partidos con la selección Franco anotó en siete ocasiones. ¿Ese era el delantero estrella?

Entre 2008 y 2009 Vicente Matías Vuoso recibió oportunidades en la selección. Ricardo La Volpe y Miguel Herrera decidieron darle la oportunidad a este otro argentino que sinceramente lo hizo muy bien en Santos, pero una vez enfundado en la playera de la selección mexicana las decepciones fueron múltiples. Vuoso en 16 partidos con el Tri metió cuatro golecitos.

Y así llegaron otros, como el brasileño Leandro Augusto o los argentinos Lucas Ayala, Damián Álvarez y Christian Chaco Giménez. A todos ellos les quedó grande la Selección Mexicana de Futbol.

El único que, para mí, desquitó con talento en media cancha su estancia en la selección mexicana fue Antonio Naelson Sinha, brasileño de nacimiento y mexicano por adopción. ¡Ese sí come en otro plato!

Resultado final: de estos ocho extranjeros naturalizados mexicanos en 20 años solo uno funcionó. Así, entonces, me surge la siguiente pregunta: ¿qué les hace pensar que Rogelio Funes Mori funcionará en la selección?

Injusto

La historia dicta que los extranjeros nacionalizados mexicanos no son solución, pero reitero: los porristas del micrófono piensan diferente.

Creo que Funes Mori es un buen jugador. Ahí están sus goles. Pero no creo que en cuanto a calidad, por ejemplo, esté muy por encima del nacido en Mérida, Henry Martín.

De hecho me parece injusto comparar a Martín con Funes Mori, porque el primero ha tenido que batallar para ganarse un lugar en el América y luego en la selección, mientras que el segundo llegó al Monterrey entre algodones con etiqueta de extranjero para jugar casi en automático, sin problemas y con paciencia de los dirigentes. ¡Era extranjero!

¡Caray! Solo eso nos faltaba: que en la selección también el mexicano de cepa sea desplazado por aquellos que sin ser ninguna maravilla se les ocurrió obtener la nacionalidad mexicana para cumplir un sueño mundialista. Es el caso de Rogelio Funes Mori, elemento que en su país de origen pasa desapercibido.