PUMAS, A LA DERIVA

Cristopher Rivera
Columnas
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Todo lo que sube algún día tiene que bajar, aunque a decir verdad Pumas ya mordía el polvo desde la temporada pasada.

Es una tristeza que Jesús Ramírez haya presentado su renuncia a la presidencia deportiva del Club Universidad cuando los resultados hoy no son los mejores, pero así funciona la vida para algunos: es decir: cuando las aguas están calmadas el asiento tiene dueño, pero cuando se alborotan correr es lo mejor.

Ramírez hizo cosas buenas, pero también hubo pasajes grises durante su gestión.

Uno de los temas positivos fue que medianamente recuperó la cantera, puesto que en los procesos de Michel González y Andrés Lilini trascendieron jugadores de las fuerzas básicas universitarias como no había sucedido antes. Aparecieron elementos como Erick Lira, Marco García, Jerónimo Rodríguez, Amaury García y Emanuel Montejano, entre otros.

Sin embargo, ese buen trabajo que se ha hecho con los jóvenes Ramírez no lo pudo respaldar con buenas decisiones que tienen que ver con la planeación de los últimos dos torneos (Guardianes 2021 y Apertura 2021), avalando la adquisición de extranjeros de medio pelo, lo que propicia un funcionamiento pavoroso, pero sobre todo que muchos canteranos pierdan terreno ganado.

Es cierto que Pumas después de ese gran torneo en que perdió la final contra León se desprendió de jugadores importantes para nutrir sus arcas, pero la reinversión para llenar esos huecos resultó un verdadero desastre. En este sentido, el único responsable es Jesús Ramírez.

Pumas, de ser una bonita casualidad del futbol, está convertido en una caricatura, en un equipo desangelado, sin garra y sin espíritu.

Creo también que el técnico Andrés Lilini ha perdido el rumbo: no entiende que si el equipo morirá tendrá que hacerlo con valor, luchando, principalmente con su sangre de cantera, no con gente que roba como el panameño Gabriel Torres, quien marcó apenas un gol en 18 partidos jugados. ¡Hágame usted el favor!

¿Qué le espera a Pumas?

Para Universidad el golpe de realidad ha sido duro y no veo en el futuro inmediato una reacción positiva, por lo que inevitablemente se avecina una reestructuración más, otra de tantas que se han dado para esta institución que desde hace diez años no sabe lo que es ser campeón.

Espero que lo poquito que se ha hecho bien lo procuren, para que aquellos que ya debutaron logren consolidarse. También espero que quienes se hagan cargo de la parte deportiva del club entiendan que la única fórmula que le ha dado éxito al equipo felino es esa que incorpora en la dirección técnica a gente de casa.

Dicho en otras palabras: cuando termine la era Lilini tendrá que venir un estratega que sepa de lo que se trata realmente dirigir a un equipo de alta categoría como lo es el Club Universidad Nacional; pero si contratan al entrenador de moda, al típico argentino que vende espejitos o al que no tiene idea de la filosofía Puma, las cosas no cambiarán demasiado, los años seguirán pasando y el grito de ¡Goya! se escuchará cada vez menos.