TIGRES

Cristopher Rivera
Columnas
CLUBES MUNDIAL
AP

De Tigres se ha hablado mucho en los últimos días. Y se entiende ya que nada más disputó la final del Mundial de Clubes ante el Bayern Munich, de Alemania. Y la perdió, pero con dignidad.

Sí reconozco que Tigres hizo un buen esfuerzo en el Mundial de Clubes; reconozco que tuvo momentos de competitividad bajo sus formas y estilos de juego que le llevó a ganarse el respeto de muchos.

Pero tampoco exageremos: no tratemos de poner a un club en la vitrina que todavía no le corresponde. Ese debate de si Tigres ya es un equipo grande o se hubiera convertido en grande por ganarle al Bayern la final del Mundial de Clubes es encarnizado.

Desde mi punto de vista a Tigres, su directiva y el entorno que le acompaña, todavía le falta mucho camino por recorrer para conseguir esa etiqueta de “grande” que sí tienen equipos como Cruz Azul, Pumas, América y Chivas. En el orden que quieran.

Para mí la gran diferencia entre los equipos denominados grandes y Tigres radica fundamentalmente en lo que expresan en la cancha. Y en mi opinión para ser “grande” no solo es conseguir la victoria: tienes que ganar enamorando a la afición de todo un país; y el futbol de Tigres no enamora.

Por ejemplo aquel Cruz Azul maravilloso de los setenta era una verdadera máquina de futbol. Chivas hizo lo propio con el campeonísimo. Pumas se ganó la grandeza en aquellos años ochenta en los que con base en juventud, con elementos de las fuerzas básicas, le competía a cualquiera. Algunos títulos llegaron para Universidad, otros se le negaron, principalmente ante el América. Hablando de las Águilas, ganaron ocho títulos precisamente en aquella década de los ochenta con buen trato de pelota.

Insisto: no solamente es ganar sino que también se trata de seducir al aficionado, ese que curiosamente hoy demanda en lo deportivo un espectáculo mucho más atractivo.

Recuerdo muy bien aquel equipo del Pachuca que ganó la Copa Sudamericana en 2006, acontecimiento que por cierto sigue siendo el logro más importante para nuestro país a nivel de clubes. Ese equipo del Pachuca jugaba por nota; venció en la final a un Colo-Colo de Chile que en ese momento también jugaba muy bien al futbol y lo que generó entonces el club hidalguense fue aficionados, buenos comentarios, aplausos, felicitaciones por todos lados, pero nunca la etiqueta de “grande”.

Lo que pasa es que al periodismo deportivo actual le encanta andar inventando etiquetas, clásicos y lo que a usted se le ocurra, principalmente en Monterrey.

Si es usted aficionado al futbol le invito a la cautela, a que valoremos a Tigres como equipo competitivo que es, como equipo que con sus formas, nos guste o no, ha sido efectivo, pero de eso a ya ponerle el sello de “grande” todavía falta, y un ratito.

Pero además…

Los jugadores no son eternos, tampoco los entrenadores. No falta mucho para que André Pierre Gignac termine su carrera. Tampoco falta mucho para que Ricardo Ferretti diga adiós a una destacada carrera como entrenador. ¿Qué será de Tigres sin Gignac y sin Tuca en el plantel? ¡Ya quiero ver! Es una magnífica tarea la que tiene la directiva de la UANL para comenzar con un plan a futuro que les dé tranquilidad para no resentir las ausencias de dos elementos que ya son leyendas de la institución.

La directiva de Tigres deberá contratar por nota en la cancha y en la dirección técnica.

Aplausos para Tigres: fue digna su participación en el Mundial de Clubes. Hay que reconocerles, pero hasta donde debe ser, sin exageraciones ni inventos.