Las cuatro medallas de bronce que consiguió la delegación mexicana en los pasados Juegos Olímpicos de Tokio retratan de manera perfecta la actualidad del deporte de nuestro país: sigue sumergido en la grilla, el robo de recursos y los conflictos de intereses.
¡Para muestra un botón! Recién se reveló que entre aviadores, entrenadores y deportistas adeudan 77 millones de pesos al Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento (Fodepar). O sea, 77 millones que no han podido comprobar personas que obtuvieron recursos con el aval de Ana Gabriela Guevara, aún titular de la Conade.
Para que vea usted el cochinero que está hecho el deporte mexicano y ello explica los resultados obtenidos.
Tengo casi 20 años dedicándome al periodismo deportivo y acontecimientos como el que le acabo de contar siguen predominando; de pronto por ahí te encuentras con buenas noticias, pero son aisladas.
En realidad nunca ha existido un equilibrio ni tampoco una inercia que permita que el deporte nacional vaya más allá de lo que aconteció en la pasada justa veraniega y resulta triste porque México tiene deportistas talentosos, seres humanos capaces de brillar en disciplinas diversas, hombres y mujeres con virtudes extraordinarias pero que no pueden expresar toda esa magia a plenitud por falta de herramientas.
No pretendo quitarle mérito a las cuatro preseas que ganó nuestro país en Tokio. Creo que se obtuvieron con mucho mérito y esfuerzo, aunque por cierto no entiendo por qué algunos festejan más una medalla que otra. Por ejemplo, la de la Selección Mexicana Sub-23 que celebraron como si fuera un oro, y perdón, pero si se trata de encontrarle sabor a los metales me supo más la de Aremi Fuentes en levantamiento de pesas que la del futbol, aunque entiendo también que el periodismo deportivo actual está cegado por el soccer.
Total que nuestro país se colgó cuatro metales con esfuerzo y dignidad, pero le aseguro que se pueden entregar mejores resultados.
Pensando en el futuro
No nos podemos conformar con cuatro medallas de bronce: ese color no va a la par del talento que se tiene. Se ha demostrado que la plata nos puede acompañar y que el oro nos sienta bien.
Debe haber un cambio urgente en el deporte mexicano, una transición que permita respirar profundo y comenzar desde un punto esperanzador que termine un ciclo lleno de trabajo honesto por parte de todos los involucrados para así escribir una nueva historia.
El siguiente proceso olímpico hacia París 2024 es más corto. No deseo otra cosa más que apoyo a quienes debutaron en los pasados juegos de Tokio (que fueron bastantes) y llegaron a más de 20 finales olímpicas en diferentes deportes. Si esos atletas en tres años cuentan con respaldo de las autoridades, muy probablemente sean medallistas en la siguiente justa. Pero para que eso ocurra deben dirigir el deporte nacional personas competentes, no delincuentes.