VAYAMOS AL GYM

Son una herramienta más para balancear la vida de las personas.

Cristopher Rivera
Columnas
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En esta ocasión no voy a hablar de las Chivas, tampoco de la Fórmula 1 o de la Selección Mexicana de Futbol, voy a opinar acerca de un tema que creo vale la pena: se trata de la industria de los gimnasios. ¡Sí! Los gimnasios, suena raro, pero… hay una valiosa razón.

Desde luego que todos estamos muy entusiasmados por la apertura paulatina de negocios en medio de la pandemia ya que con ello la economía comienza a tener un flujo que beneficia a muchas familias. De verdad me da mucho gusto ver a un México con más movimiento, pero me daría más gusto que ese movimiento también sea por activación física.

Sigo pensando que las autoridades no entienden que los mexicanos nos tenemos que mover más, en vez de seguir comiendo sin control acompañado de una rutina sedentaria. En este sentido le pido que no me malinterprete: me refiero estrictamente al equilibrio alimenticio.

Con un problema de salud que sigue muy activo en territorio mexicano, como es el Covid-19, creo que las autoridades gubernamentales desde un principio dieron prioridad de apertura a algunos negocios, pero castigando a uno muy importante: los gimnasios.

¿Por qué los gimnasios no tuvieron la misma posibilidad de apertura que los restaurantes, bares o cines? Olvídese usted de la demanda de uno y otro, centrémonos en el beneficio, hagamos una reflexión juntos.

Los gimnasios no tuvieron las mismas posibilidades de apertura porque altos funcionarios de este país los satanizaron en su oportunidad, considerándolos espacios de alto riesgo de contagio, incluso por encima de un tianguis o transporte público. ¡Caray! Me ha tocado ver mercados en donde las personas apenas se pueden mover y microbuses en donde los usuarios van como sardinas.

Obviamente no estoy ni estuve de acuerdo con la determinación que tomaron nuestros “guías políticos” en el sentido de que los gimnasios serían los últimos de la fila o los últimos en abrir pero, bueno, cada uno tiene su manera de pensar.

Para mí los gimnasios no son otra cosa más que pequeños centros de salud. Son el lugar donde las personas mejoran su calidad de vida, evitan los vicios, evitan ansiedad en diferentes aspectos y al salir de ellos se enfrentan al mundo de una manera quizá más vigorosa.

Un gimnasio no es un nido de Covid-19, no se deje engañar, simplemente son una herramienta más para balancear la vida de las personas. Denle un voto de confianza a esos pequeños centros de salud.

Por cierto… es natural que haya riesgos en todos los giros en los que usted, en calidad de consumidor, se ha involucrado.

Yo le pediría a los mandatarios de este país que no sean tan miopes: enfrente se les ha presentado la coyuntura y gracias a la pandemia pueden comenzar a inculcar a nuestra población la importancia de la activación física, esa que por cierto normalmente impera en un gimnasio.

Ustedes como autoridades saben mejor que nadie que un buen porcentaje de las más de 70 mil personas que lamentablemente han muerto por Covid-19 tenían antecedentes de diabetes y obesidad.

¿Por qué confiar en los gimnasios?

He estado cerca de los líderes de la industria de los gimnasios a nivel nacional y les puedo compartir que presentaron desde hace meses un protocolo sanitario a las autoridades de este país y ya fue aprobado, de manera tardía, pero aprobado; porque ese documento salubre incluso fue sometido a evaluaciones internacionales que terminaron en calificaciones positivas.

Mire, lo más importante es que usted despeje sus dudas y acuda a un gimnasio, evalúe las condiciones y emita su opinión. En la Ciudad de México ya funcionan algunos a 30% de su capacidad.