ENOJO CATEGORIZADO

Muchos de nosotros al estar enojados decimos cosas que normalmente no diríamos.

Daniela Suárez
Columnas
Foto: Especial
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La ira es una locura breve.

Horacio

¿Qué es el enojo y por qué lo experimentamos de maneras tan diferentes? Hay quienes se enojan fácilmente y su manera más rápida de lidiar con la frustración es por medio de gritos o maldiciendo la situación. Hay otras personas a quienes quizá no les funcione pegar un grito o maldecir sino que deben sacar su frustración por medio de hacer ejercicio o hablar con alguien al respecto. Hay quienes se impacientan fácilmente pero no son personas coléricas y hay aquellos que aunque se enojen con facilidad son capaces de esconderlo aun cuando les duela el estómago.


Pero a decir verdad muchos de nosotros somos del tipo de personas que al estar enojados decimos cosas que normalmente no diríamos y maldecimos hasta al Universo porque estamos pasando por un mal momento. De hecho esta manera de expresar el enojo tiene un nombre. A esto se le traduce como “etiquetado inflamatorio” (por su nombre en inglés) y significa justamente eso: etiquetar de manera extremadamente negativa una situación o persona que nos ha hecho enojar.

Ejemplos concretos de ello son: cuando vamos a vuelta de rueda en el tráfico y alguien se nos cruza, seguramente lo maldecimos al grado de que sus ancestros se retuercen en su tumba (cuando en realidad igual ya estábamos atorados en el tráfico y no podemos ir a ningún lado). Otro ejemplo puede ser cuando salimos de una junta y algún colega dice algo que nos molesta y maldecimos su comportamiento exagerando la situación a un nivel donde describimos con palabras extremadamente agresivas lo que sucedió y también al pobre colega que tal vez solamente exponía su opinión.

La interpretación de estas situaciones, ya sea maldiciendo a los conductores en el tráfico o agrediendo en silencio al colega, hará que fallemos al reconocer a los sujetos como personas y empecemos a verlos con ojos distintos minimizando sus cualidades.

Hábitos

Este comportamiento se va exagerando con el tiempo y el enojo se convierte en una bola de nieve. Y no es lo peor de todo: como gritamos en silencio y etiquetamos inflamadamente a personas, también lo hacemos con eventos. ¿Cuántas veces no hemos dicho lo siguiente?: “Mi fiesta fue un completo desastre”; o “La cena de anoche fue extremadamente mala”, o “El concierto estuvo pésimo”.

Estas descripciones, más allá de aliviar nuestra frustración, ayudan a que el enojo se conglomere y se vaya sumando a cuentagotas; y al acordarnos del suceso o la persona a la cual etiquetamos respondemos a la etiqueta en vez de a las cosas como realmente sucedieron.

Y aunque es difícil cambiar hábitos que tenemos bien grabados podemos ir corrigiéndolos poco a poco. Algunas acciones que propone Ryan Martin, sicólogo investigador del enojo, son: primero, date cuenta. Al darte cuenta de que estás etiquetando negativamente puedes frenar el proceso y entender que comenzabas a poner etiquetas. En segundo lugar evalúa la etiqueta para tener más exactitud y evidencia. ¿La cena de anoche fue extremadamente mala o realmente puedes rescatar algo de ella? Y finalmente practica. Es muy difícil que pensemos dos veces antes de etiquetar algo de manera negativa pero con el tiempo y al hacer conciencia de ello podemos cacharnos cuando comenzamos a enojarnos y poco a poco ir evitando que crezca la bola de nieve rellena de negatividades.

Si bien Horacio dijo que la ira es una locura breve, por lo menos con práctica y paciencia, hasta el momento, tiene cura.