LA EDAD DEL OPTIMISMO

Los adultos jóvenes salieron más bajos en la escala de optimismo que la gente de mediana edad.

Daniela Suárez Roel
Columnas
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El optimista tiene siempre un proyecto; el pesimista, una excusa.

Anónimo

Recientemente escribí un artículo acerca de un estudio que asegura que las personas que son optimistas, por lo general, tienden a vivir más. No sé si sea por mera casualidad o sea una causalidad de vida. Creo que me he enfocado en aprender de nuevos estudios que involucran al optimismo no solo porque vivimos una época con dificultades e incertidumbres a escala mundial sino porque además me considero una persona sumamente optimista y tiendo a ver el vaso más lleno que vacío.

Quizás esta visión y estos estudios me ayuden a convertirme en una persona resiliente ante la duda. O tal vez es un tema recurrente que a muchos de nosotros nos interesa justamente para darnos ese empujón de alivio ante este año tan extraño.

Si bien el estudio del cual escribí anteriormente habla de cómo el optimismo nos hace vivir más, el que encontré ahora asegura que el optimismo no se acaba en la juventud sino que sigue acompañándonos hasta nuestra adultez y más allá de la vejez.

De acuerdo con la publicación del diario Journal of Research in Personality el optimismo es un rasgo que crece con nosotros (debatiendo anteriores creencias que aseguraban que este rasgo pertenecía únicamente a jóvenes esperanzados). El estudio realizado por William J. Chopik, de la Universidad de Michigan, analizó cómo cambia el optimismo a través de la edad y cómo eventos de vida afectan esta trayectoria.

Para el análisis el equipo de expertos consiguió data de tres estudios longitudinales de personas entre 16 y 101 años provenientes de Alemania, Estados Unidos y Países Bajos. En estos estudios se midió el optimismo mediante unas encuestas en las que los participantes calificaban frases como “espero que más cosas buenas sucedan” y “casi no espero nada bueno”. Además analizaron 16 eventos de vida (nacimiento de un hijo, la salida de un hijo de la casa, matrimonio, salud, trabajo, entre otros) y con ello hicieron un mapa cotejando el optimismo con los eventos de vida importantes.

Control

Los resultados del estudio, que se llevó a cabo de 2006 a 2016, sugieren que los adultos jóvenes salieron más bajos en la escala de optimismo que la gente de mediana edad. Es decir, en la juventud los adolescentes (que se pensaba estaban en el pico del optimismo) fueron rebasados por las personas de mediana edad. Esto hace pensar al equipo de investigadores que se debe a que mientras más crecemos tenemos un sentido distinto de la experiencia de éxito. Es decir, sabemos qué queremos de nuestras vidas y nos sentimos con un poco más de control de nuestro futuro y por eso mismo somos más optimistas cuando llegamos a una edad mediana.

A pesar de que el estudio tiene algunas limitantes los resultados sugieren que en general el ser humano tiende a ser optimista dentro de la mayoría de su vida. Y de acuerdo con Chopik la resiliencia es una clave que nos ayuda a alegrarnos.

Concuerdo con esta idea: como decía al principio, entre más vemos el vaso lleno considero que podemos generar algún tipo de resiliencia y encontrar una buena fortaleza para seguir caminando con la frente en alto.