Quizá sea muy atrevido afirmar que todos nos escuchamos al hablar; quizá no nos prestemos la suficiente atención, pero de vez en cuando nuestra propia voz sale a relucir al escenario. El escenario no necesariamente tiene público y seguramente las butacas están vacías, ya que en realidad me refiero a las situaciones en las que nos hablamos a nosotros mismos. Esa voz interior que en ocasiones se manifiesta es algo normal y de hecho hasta conlleva muchos beneficios para la salud.
Tal vez en alguna situación hemos pensado que al hablarnos a nosotros mismos estamos experimentando un síntoma de locura, pero algo curioso es que es todo lo contrario.
De acuerdo con una investigación liderada por los sicólogos Gary Lupyan (University of Wisconsin-Madison) y Daniel Swingley (University of Pennsylvania), publicada en la revista Quarterly Journal of Experimental Psychology, hablar con uno mismo beneficia el pensamiento, la percepción y nos ayuda a mejorar nuestra capacidad intelectual.
A través de un experimento realizado con 20 voluntarios, los expertos encontraron que el acto de hablar con uno mismo nos ayuda a mejorar la atención y la concentración y a la vez reduce las distracciones. Por si fuera poco, esta acción también nos ayuda a ser más decisivos, a controlar pensamientos y a enfocarnos en una cosa.
Un ejemplo de ello es cuando los niños repiten en fuerte los pasos que deben seguir al amarrarse las agujetas. Al recalcar los pasos que deben hacer, los niños se concentran en una sola tarea y la logran con éxito.
Lo mismo sucede con los adultos. En una de las pruebas los sicólogos les pidieron a los participantes que observaran unas tarjetas con objetos y señalaran uno en particular después de que habían sido revueltas. Aquellas personas que decían en voz alta el objeto, lo encontraban con más rapidez que aquellos que solamente pensaban en lo que debían encontrar.
En otro experimento los participantes tenían que hacer compras virtuales en un supermercado y el resultado fue el mismo: aquellos que enlistaban en voz alta los productos que les pedían, los hallaban con más facilidad que los participantes que no hablaban consigo mismos.
Signos
Aunque técnicamente no tiene nada que ver, al enterarme de estos hallazgos me vino a la mente una investigación que fue realizada por la sicóloga Ruvanee Vilhauer, de la Universidad de Nueva York y publicada en la revista Psychosis. A través de un extenso análisis realizado entre 2006 y 2014, la experta llegó a la conclusión de que 82.5% de las personas escuchamos una voz interna mientras leemos. De este porcentaje, básicamente 90% la escuchamos siempre que leemos y 10% restante depende de factores distintos como si el texto les genera interés o bien el espacio en el que se encuentran mientras lo leen.
Tal vez suene difícil de creer, pero no solo escuchamos una voz mientras leemos, también hay quienes escuchamos distintas tonalidades, emociones y acentos, dependiendo de los personajes.
Y no: estos tampoco son signos de locura, ya que dentro de cada lectura también podemos encontrar un mundo empapado de cordura.