FERROCARRILES Y CASETAS, NUEVOS BOTINES

La plaga de las casetas es reciente pero tan dañina como la de los ferrocarriles.

Félix Fuentes
Columnas
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Pobreza aguda y desempleo inciden en robos y asaltos en ferrocarriles y casetas de peaje, lo cual se suma al estado de indefensión padecido en nuestro país.

Los ilícitos ferroviarios y de casetas de pago van a continuar porque a los responsables no se les sanciona en virtud del estilo de estos días: anárquico a más no poder.

En por lo menos 60 días fueron constantes los bloqueos de vías férreas en Chihuahua y llevan más de cinco años los de Michoacán, donde los “normalistas” se desempeñan a placer y son imitados por sus “maestros”, los del estado tarasco.

Por causas ajenas a su sector, denunció en un desplegado la industria ferroviaria, es afectada la operación y tránsito de mercancía realizada, lo cual se traduce “en una falta de conectividad del centro y norte del país con repercusiones directas en otros medios de transporte…”

El paro ferroviario de carga y de pasajeros viola el Estado de Derecho, señalaron los mismos empresarios, y afecta a las inversiones y al bienestar de diversas regiones. En Chihuahua duró un mes la parálisis y afectó a 14 mil 200 embarques que hubieron de ser movilizados en 35 mil camiones. Ha sido uno de los más costosos atorones, de cientos de millones de pesos en el año.

Quienes realizan los bloqueos localizan puntos neurálgicos y cubren las vías con montículos de piedras y tepetate que acarrean en camiones y hacen imposible la circulación.

El agricultor Jaime García reconoció el uso de al menos 40 trabajadores para conformar los montículos, compactados con piedras. Es imposible eliminarlos.

Al gobierno federal corresponde, dijeron los afectados, garantizar el tráfico de trenes, no a las autoridades estatales, como lo planteó el Ejecutivo federal en el caso de Michoacán, donde también es advertido un número mayor de montículos.

Carreteras

La plaga de las casetas es reciente pero tan dañina como la de los ferrocarriles. En ese caso los manifestantes se plantan en por lo menos 20 pasos de pago y proceden a extorsionar a los automovilistas a lo largo de kilométricas autopistas, como las de los estados de México, Jalisco, Veracruz, Chihuahua, Sonora y del Bajío, entre otras.

Los pedigüeños llegan a las casetas desde las seis de la mañana y se van a las siete de la noche, después de exigir 50 pesos a cada conductor. Algunos amenazan con armas a quienes se resisten y dicen tener apoyo del gobierno por ser “luchadores sociales” o pertenecer a grupos de campesinos.

A algunas casetas llegan uniformados de la Guardia Nacional, pero hacen papel de simples espectadores y si por casualidad detienen a quienes dan malos tratos a los conductores pronto reciben órdenes de dejarlos en libertad.

Las voces de los “intocables” se propagan por el país y por eso día a día crece el número de extorsionadores que acumulan cuantiosas sumas.

Algunas casetas, como las de México-Cuernavaca y del Edomex, son preferidas de las bandas “sociales” y por lo general convienen en integrar tres grupos cada día para evitar riñas.

Así va el maravilloso México de hoy.