LO PEOR DE LA PANDEMIA ESTÁ POR VENIR

En nuestro país prevalecen ignorancia y necedad.

Félix Fuentes
Columnas
Protestan músicos afuera de Palacio Nacional
ERNESTO ALVAREZ/NOTIMEX

El anunciado ingreso a la tercera etapa del coronavirus tiene en un predicamento a la población. Las variadas versiones de la criminal pandemia sobre sus “verticales” efectos y la duración de la misma mantienen en constante temor a millones de mexicanos.

Hasta el 22 de abril la Organización Mundial de la Salud (OMS) tenía registrados a más de dos millones 500 mil infectados y 170 mil 400 muertos en el mundo.

Pese a estas cifras hay quienes niegan o soslayan los efectos del fenómeno sanguinario, que abarca a por lo menos 180 naciones. Ningún otro se había extendido en el planeta en más de un siglo.

Mandatarios como el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, niegan la gravedad de la pandemia iniciada en China. De ella él afirma que es una fantasía, una simple gripe. Lo dijo sobre los mil 124 muertos debidos al coronavirus y más de 20 mil contagiados en la nación brasileña.

En México se han notado algunos escépticos, incluso de elevado nivel. Son quienes minimizan la enfermedad aun cuando hasta el lunes pasado había causado aquí ocho mil 772 contagiados y 712 muertos. Sobre esto se han tenido denuncias de lentos y tergiversados conteos de decesos.

En el Consejo de Salubridad Nacional realizado esta semana se analizaron las medidas de sana distancia, entre otras la de movilidad, que en numerosos municipios del país no han tenido la eficacia requerida.

En nuestro país prevalecen ignorancia y necedad. Por más que se ha insistido a través de los medios en que adultos y menores de edad permanezcan en sus domicilios para evitar contactos con el virus maligno, no lo hacen. Algunos gritan que la enfermedad “no existe” o “les hace los mandados”.

Caos

En la atención a los enfermos se multiplican los dramas. Muchos exigen exámenes personales, pese a la carencia de espacios en los hospitales, y otros golpean a enfermeras y médicos porque no se les permite llegar hasta las camas de sus parientes. Se niegan a entender que ello entraña contagios, por lo general mortales. Hasta la semana anterior se registraron por lo menos 21 ataques al personal médico mediante puntapiés, puñetazos, lanzamientos de cloro o café hirviente. Los insultos verbales son peores. Y de nada sirven las denuncias.

En los presidios las peleas son tumultuarias, siempre con la idea de contagiar de coronavirus a quienes están sanos.

La enfermedad interminable causa millones de desempleados entre vendedores ambulantes, taxistas y quienes han perdido oportunidades en los suspendidos deportes, espectáculos, restaurantes, cantinas y cuantos negocios están cerrados u obligados a ello.

Es un caos fenomenal. Según algunos médicos esta enfermedad “llegó para quedarse”: no desaparecerá; será como las gripes, el sarampión y muchos males de ida y vuelta.

Según un experto de la UNAM el coronavirus perdurará porque no hay medicamento que lo acabe. Solo será controlado mediante vacunas, cuando estas sean inventadas, a fines de este año o principios de 2021. De maravilla.