MIGRANTES EXPONEN A SUS NIÑOS EN IRES Y VENIRES A EU

“En eso se resume la desesperación de millones: en la falta de trabajo”.

Félix Fuentes
Columnas
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Los acarreos de indocumentados en aviones a México no terminan y ellos de regreso utilizan a sus niños para abrirse paso en las vallas que les son impuestas en la frontera con Guatemala y en cuantos lugares se les contiene.

Haitianos, hondureños y salvadoreños, principalmente, no se rinden. Más tardan los policías y militares estadunidenses en regresar en aeronaves a los migrantes que estos en hacer nuevos intentos a pie, en “aventones” o en cualquier vehículo para volver a Estados Unidos.

Lo dicen a gritos: “¡No regresaremos a nuestros países: o entramos a Estados Unidos o nos quedamos en México!”

En eso están decididos haitianos y centroamericanos, al precio que sea, como si se jugaran la vida.

No faltan guatemaltecos y mexicanos que en esas marchas adoptan actitudes parecidas para llegar a las fronteras de EU sea por aire, tierra o mar, y con la mira puesta en un empleo.

Quienes emigran desde El Salvador y Honduras son los más decididos. Han dicho y repiten cada vez que por nada del mundo regresarán a sus países porque en ellos carecen de trabajo y ganan muy poco, ni para comer.

Algunos se quejan de malos tratos de sus respectivos gobiernos. “Nos han golpeado por realizar marchas de protesta, en las cuales pedimos oportunidades de trabajo o sueldos mínimos para poder vivir”, dicen a coro. “Solo eso pedimos”, insisten.

Hambre

En eso se resume la desesperación de millones de mujeres, hombres y niños: en la falta de trabajo y la carencia de recursos para adquirir los sustentos mínimos —la comida, pues— de cada conglomerado.

Cuando se pierde la posibilidad de alimentar a una familia el jefe de la misma es capaz de robar y matar. Lo hemos visto los reporteros en múltiples ocasiones y de ahí surgen las exigencias a cada gobierno de hacer cuanto pueda para evitar hambre y angustias en general.

Hemos visto en días recientes a hombres mostrando a niños con sus brazos en alto y rogando el paso hacia el destino pretendido por ellos: la frontera con Estados Unidos. “¡Traemos niños y buscamos trabajo!”, gritan y quieren convencer con una expresión dramática: “¡No somos delincuentes!”

Esto sucede aquí y en otras muchas naciones. La crisis del hambre se extiende por el mundo. Sin embargo, en México no causa ni menor ni mayor preocupación. Todo es alegría y hermosos discursos.

Prevalece la frase eternizada: “Aquí no pasa nada”. Y si los migrantes deambulan y son arrojados desde el gran imperio a bordo de aviones, ¿no pasará nada un día de estos?