La pandemia nos llegó sin que sepamos de dónde y está por completar su primer millón de muertos. En septiembre 22 pasó de 31 millones de contagiados y sigue la interminable cuenta. Agobia a Europa un segundo rebrote que puede llegar al continente americano.
A algunos gobiernos se les culpa de hacer muy poco para contener la letal enfermedad. En realidad solo pueden recomendar la sana distancia, los cubrebocas, prohibir reuniones masivas y rezar para que pronto llegue la salvadora vacuna contra el virus maligno.
Es desesperante dar la batalla al Covid-19 en una sociedad donde los habitantes insisten en vivir apretujados, entre mítines y fiestas. Hay muchos, miles, que no creen en la existencia de esa enfermedad y la rechazan con cualquier argumento.
Hombres y mujeres de distintos países sostienen, a grito abierto, que la pandemia es un cuento de los gobiernos para hacer grilla entre sus ciudadanos con fines políticos. Han creído a mandatarios como el ultraderechista Donald Trump y a quienes han anunciado durante meses el fin del fenómeno.
Dicen: “Está por acabarse”; o “estamos en el final”; o “faltan dos meses; o “ya la tengo domada”… y peores cuentos.
Ningún científico atina al momento final de la pandemia y solo reciben crédito los dedicados a la elaboración de vacunas, entre otros los de Rusia, Estados Unidos, Alemania e incluso de México.
El 22 de este mes de septiembre se llegó en el mundo a 31 millones 374 mil contagiados, a 965 mil 893 fallecidos —toda una masacre— y a 21 millones 119 mil curados.
Lección
Las cifras de México no son para echar campanas al vuelo. Hasta ese día 22 se llegó a 705 mil 263 contagiados, a ¡74 mil 348 muertos! y a 78 mil 907 sospechosos. Y así como se ha dicho en numerosos países, las cantidades han sido recortadas para dar idea en cada población de menor número de víctimas.
Debiera tomarse en cuenta, para no caer en errores, lo sucedido en España. Allá cerraron los comercios y la mayoría de industrias en diversos momentos para evitar el deterioro de la economía, pero no ha funcionado porque los españoles no logran la famosa sana distancia y se les ve con frecuencia en reuniones masivas.
Por ello el régimen español volvió a cerrar los negocios y se indica a los hispanos no participar en reuniones de más de siete personas. A eso se ha llegado en la mortal pandemia.
La lección, además de la sana distancia, es evitar reuniones numerosas. Se supone que así se evitan los contagios masivos.