En comparación con las elecciones primarias republicanas, donde hay 17 aspirantes por la candidatura a la presidencia de Estados Unidos, la contienda demócrata parece estar casi desierta.
Incluso desde antes de anunciar que buscaría la presidencia, Hillary Clinton se mantenía al frente de las preferencias en diferentes encuestas y se hablaba de que era inevitable que se convirtiera en la candidata presidencial del Partido Demócrata.
Sin embargo, en esta última semana la “candidatura inevitable” de Hillary se ha vuelto más bien una “candidatura probable”. Esto debido a dos factores que han afectado su campaña.
Para empezar Bernie Sanders, uno de sus contrincantes, empezó a llamar la atención de la prensa por la cantidad de gente que logró convocar a sus mítines. El también precandidato es un senador independiente del estado de Vermont, que pertenece a la bancada de los demócratas. El 12 de agosto se publicó una encuesta en la cual Sanders lideraba las preferencias en el estado de New Hampshire con 44% de las preferencias, frente a 37 puntos para Hillary.
Aunque esta tendencia está presente en solo uno de 50 estados, es importante porque es el primer estado en votar en la primaria y puede influenciar al electorado del resto del país.
El atractivo de Bernie Sanders tiene sin duda algún parecido con el atractivo de Donald Trump, pues es un candidato anti-establishment. Es decir, no se alinea al status quo del partido. Sus propuestas, como subir el salario mínimo, educación superior gratuita y su énfasis en fortalecer a la clase media, han tenido éxito entre los jóvenes. Además, se percibe que es un candidato auténtico y honesto, muy al contrario de que como se percibe Hillary, que analiza y planea cada evento de campaña y cada declaración a la prensa.
Escándalo
Otro factor que sin duda ha afectado a Clinton es la investigación en torno del uso de un servidor privado para enviar correos referentes a su trabajo como secretaria de Estado, lo cual era ilegal de acuerdo con las políticas del gobierno de Barack Obama.
Esto se sabe desde hace meses, pero el escándalo resurgió ahora que se investiga si los correos contenían información clasificada, lo que significa una falta más grave.
Ante este escenario no sorprende que los niveles de aprobación de Clinton hayan disminuido y que haya perdido terreno en la contienda por la presidencia. Su campaña atraviesa por el peor momento desde su comienzo, pero su ventaja sobre su nuevo contrincante sigue siendo importante: la última encuesta de CNN, que mide las preferencias a nivel nacional, le da la ventaja a Hillary con 47 puntos, 18 más que Bernie Sanders.
Sería difícil imaginar un escenario en el cual Hillary Clinton pierda las primarias, especialmente porque parece que la popularidad de Sanders ha llegado a su nivel más alto. Se necesitaría un escándalo de proporciones mucho más grandes que el actual para que Hillary no gane la candidatura.