Choque de tronos

El productor de petróleo con el menor costo de producción de todo el mundo es  Arabia Saudita

Maquinaria para extraer petróleo
Foto: Paul Lowry/Creative Commons
Guillermo Fárber
Columnas
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¿O de monopolios? No hay más que dos maneras de competir en el ámbito comercial: por precio o por calidad. Simple. En la industria petrolera la cuestión se simplifica aún más porque la calidad de todas las ofertas, después del proceso de refinación, es prácticamente la misma (antes de refinarlos son “ligeros” o “pesados” en muy diversas graduaciones).

A la postre solo le queda a los competidores una sola arma para competir: el precio. Y aquí la principal ventaja para reducir el precio es el costo de producción: cuanto menor sea tu costo de extraer el crudo del suelo, más margen tienes para recortar tu precio.

El productor con el menor costo de producción de todo el mundo es hoy Arabia Saudita. Esto le da una enorme ventaja competitiva sobre todos los otros exportadores.

Además, no tiene otros productos qué ofertar en el mercado internacional: ni limones ni automóviles ni turismo ni perfumes ni servicios financieros ni computadoras ni nada que no sea arena y dátiles.

Lo cual garantiza (como lo previeron sus patrones anglos hace un siglo) que en cuanto se terminen de agotar sus pozos (o se extiendan las nuevas tecnologías energéticas que ya están desarrolladas aunque reprimidas) sus habitantes volverán a su condición original de beduinos errantes y/o traficantes de esclavos. Por cierto, ellos inventaron este infame negocio (https://www.youtube.com/watch?v=a5Alsl6Vaxk) y lo siguen practicando en forma encubierta.

Sin embargo, hoy Arabia Saudita encabeza la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Para documentar tu optimismo.

¿A dónde se fueron los anglotrillones de dólares que Arabia Saudita recibió durante décadas? A lujos delirantes, a ordenar construcciones absurdas (con ingenieros y arquitectos occidentales), a financiar terroristas, a sostener miles de mezquitas y madrasas en todo el mundo, a cualquier cosa salvo el desarrollo industrial.

Dos monopolios

Dada esta dependencia total de los ingresos petroleros, Arabia Saudita tiene la necesidad de conservar su participación de mercado. Para ello debe asumir cualquier descenso que ocurra en el precio internacional. Tiene el margen para hacerlo.

En ocasiones, incluso, ha desplomado el precio unilateralmente para quebrar a algunos competidores, como se rumora que lo hace hoy contra Rusia y los frackers gringos.

Pero sucede un fenómeno explosivo. Este cuasi monopolio de Arabia Saudita sobre un producto indispensable de buena calidad, abundante y de bajo costo, choca hoy con un monopolio diferente: el de la moneda que desde hace 50 años ha sido la única con la que podrías comprar petróleo: el dólar, en su variante orquestada por Henry Kissinger en 1973, el petrodólar.

Hoy este arreglo se ve doblemente amenazado. Por un lado, al cuasi monopolio de Arabia Saudita como proveedor lo acosan dos hechos: sus reservas ya no son tan inmensas como eran y han surgido nuevos competidores importantes, destacadamente Rusia; por el otro, el petróleo comienza a poder ser comprado con otras monedas que no son el dólar, concretamente el yuan chino.

Decir que de este nuevo acomodo surgen chispas, es decirlo demasiado suave.

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