De nuevo 2007… pero peor

Esta vez no voy a citar ninguna de mis habituales chorromil fuentes catastrofistas, cascabeleras y serpentineras que tanto me gustan.

El descorazonador panorama actual es fruto de muchos pecados macroeconómicos concurrentes
Foto: Creative Commons
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Esta vez no voy a citar ninguna de mis habituales chorromil fuentes catastrofistas, cascabeleras y serpentineras que tanto me gustan. Esta vez mi invitado es un personaje que me tumba de aburrimiento de tan serio (unimpeacheable, pues, para entendernos entre totorames): William White, ex economista en jefe del Bank For International Settlements (BIS), el banco central de los bancos centrales; la mera mamá de los pollitos, vaya.

Lo que dice White no tiene desperdicio, y seguramente pondría verde de envidia al más escandaloso de mis inspiradores habituales (y espero que amarillo de vergüenza al “analista” que el 30 de diciembre de 2007 escribió en su columna de El Economista esta frase inmortal: “2008 será un buen año para la economía de México y el mundo”).

Dice White que el panorama económico actual global le parece “como 2007 de nuevo, solo que todavía peor”. Y explica: “Todos los desequilibrios previos siguen presentes. Los niveles de deuda pública y privada en las economías avanzadas, como porcentaje del PIB, son 35% superiores de lo que eran entonces, y además hemos añadido un nuevo problema burbujas en los mercados emergentes que siguen el ciclo típico de auges-colapsos”.

Y es que ahora están presentes nuevos riesgos que no jugaban hace cinco años. Por ejemplo, la participación de préstamos apalancados o de formas extremas de créditos riesgosos, ha subido a un escalón inédito de 45%. ¡Eso es 10% arriba del nivel que tenía esta variable en la cúspide de la crisis de 2007!

El último jalón

El descorazonador panorama actual es fruto de muchos pecados macroeconómicos concurrentes, por supuesto, pero dos de ellos son especialmente relevantes, ambos cometidos por la Reserva Federal: la política de mantener en cero la tasa de interés (ZIRP) y la de crear “dinero” de la nada (QE al infinito) dizque para “estimular” la economía, cuando es justo lo contrario: una garantía de destrucción de capital.

Lo primero obliga a los inversores a buscar rendimientos en sitios cada vez más riesgosos; y lo segundo es una permanente y creciente amenaza hiperinflacionaria, cuando los atesoradores actuales de esas amazonas de dinero abran las represas de sus bóvedas.

Ese inminente colapso sistémico global tiene características distintivas, a cual más fascinantes: la proliferación de un desorden mayúsculo y mundial en todas las esferas económicas, políticas y sociales; la ruptura de la mayoría de los sistemas económicos globales, tanto empresariales como nacionales; la liquidez esfumándose a paso veloz en todos los frentes; los niveles de estrés volviéndose demasiado elevados; y las ilusiones que hasta ahora han sostenido con alfileres las cada vez más endebles esperanzas, finalmente siendo borradas por la brutal realidad.

Ahora solo ruego porque el inefable “analista” de marras sea consecuente con su candidismo volteriano y escriba que “2014 será un buen año para la economía de México y el mundo”. Así disipará, a pura fuerza de wishful thinking, todas las ominosas nubes que acosan a nuestro pobre mundo atribulado.

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