Guillermo Fárber
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¿Para qué es la vida? ¿Cuál es el sentido de la existencia humana? Es una cuestión fundamental que en el curso de la historia han intentado responder filósofos, poetas, historiadores, sicólogos, moralistas, políticos, religiosos, monarcas, y hasta guerreros. Por primera vez en la historia, la respuesta nos la impone una casta hoy de moda: los economistas. Según ellos, la única razón para existir es “crecer”. Y ellos mismos definen qué es ese gelatinoso “crecimiento” mediante indicadores escandalosamente manipulados: PIB, inflación, desempleo y demás mentiras graficables.
En el modelo anglosajón de “crecimiento”, el indicador básico es todavía más reducido y alucinante: el consumo, cuánto gastas. Eso es lo crucial. Es inexacto decir: tanto tienes, tanto vales. Más bien es: tanto consumes, tanto vales. Encuentro este contrajemplo.
Pobres isleños
El New York Times nos cuenta de Stamatis Moraitis. Vivía en EU cuando en 1976 le diagnosticaron cáncer de pulmón. Le dieron nueve meses. Enterrarse en EU costaría dos mil dólares, calculó, mientras que en Grecia saldría en la décima parte. De modo que liquidó propiedades, trabajos y compromisos, y se fue a morir a su patria de origen. Hoy, 36 años después, don Stamatis sigue vivo.
“Pero la economía sufrió su decisión: el enterrador no tuvo propina, la funeraria no facturó el servicio, los hijos no recibieron herencia y por tanto los abogados no cobraron su parte, su casa no entró en el mercado inmobiliario y, por tanto, el agente no cobró su comisión, no hubo la obligada remodelación, no se cambió la cocina, no se pagó ninguna mudanza; no buscó quimioterapia, ni radioterapia, ni tomó estupefacientes paliativos”. En suma, don Stamatis le jugó rudo a la economía.
“¿Y todo para qué? Para irse a vivir a una isla pobrísima: Ikaria, de diez mil habitantes. Y tampoco allá dio un impulso a la economía. No construyó una casa nueva, sino que se mudó a la pequeñísima, vieja y barata de sus parientes. No compró muebles nuevos ni renovó equipos domésticos. ¡El hombre es un anticonsumista, un enemigo de la economía! Hoy fabrica su propio vino y atiende su propio jardín. Por algo la economía de Grecia está por los suelos”. Pobres de esos isleños.
“En Ikaria no hay embotellamientos viales, ni centros comerciales, ni table-dancings; el desempleo es de 40%. ¿Qué hacen los residentes? Beben mucho vino, leen, toman siesta, se visitan entre sí. Desayunan, almuerzan y cenan frugalmente. En Navidad sacrifican al puerco familiar y se reparten pequeñas porciones a lo largo de los siguientes meses. Las mujeres se reúnen en la cocina a media mañana a tomar té y chismear. Por las noches hacen a un lado la mesa y se ponen a bailar; entrelazan los brazos y patean el suelo hasta el amanecer al mejor estilo de Zorba. Así, los isleños pasan sus días al sol y aire libre, y sus noches en la diversión. No sufren cáncer y viven muchos años: es notable su población centenaria. Pero, claro, su economía no crece. Pobrecitos”.