Janet Yellen

Es tan hilarante como trágico. Ciertos puestos y/o circunstancias te obligan a determinado comportamiento.

Janet Yellen será la primera mujer que encabece la Reserva Federal
Foto: AP
Guillermo Fárber
Columnas
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Es tan hilarante como trágico. Ciertos puestos y/o circunstancias te obligan a determinado comportamiento, sean cuales sean tus convicciones personales. Es el caso de la silla más peligrosa del momento: la de presidente de ese cogollo financiero privado llamado Reserva Federal. En la historia reciente de esa secretísima torre de control que este año cumple su primer centenario, tenemos un ex jefe Alan Greenspan (de 1987 a 2006), un jefe actual (de salida) Ben Bernanke, y un nuevo jefe dentro de tres meses, la primera mujer en encabezar esa institución, Janet Yellen.

Cada uno de ellos hizo, hace y hará exactamente lo mismo: destruir el dólar mediante el doble golpe (mortal por definición) de expandir al infinito la liquidez (QE) y de mantener en cero la tasa de interés (ZIRP). Greenspan por conveniencia, Bernanke por convicción, y Yellen por necesidad. En los hechos, keynesianos los tres; o sea, creyentes en la tesis del free lunch, la omnipotencia del estado, la eficacia insuperable de la planeación central de la economía, y demás fantasías usuales.

Claro que ellos le llaman a su economicidio “impulsar el crecimiento y el empleo”, “remontar la recesión”, “evitar la deflación”, y demás dislates que ya conocemos hasta el cansancio y que nos siguen recetando sin tregua los medios oficiales. El caso es que, en la pintoresca metáfora de James Rickard, esos tres augustos personajes creen estar maniobrando un termostato doméstico cuando lo que en realidad están haciendo es juguetear irresponsablemente con los controles de un reactor nuclear.

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Este discurso que dio doña Janet hace 7 meses ante la National Assn for Business Economics Policy Conference, la pinta de cuerpo entero como impecable campeona del sistema financiero global post Bretton Woods. Como muestra imbatible, expectoró esta perla merecedora de ser grabada en bronce y enviada a las estrellas para educación de pleyadianos y similares: “Si fuera posible llevar a los intereses hasta territorio negativo, yo votaría a favor de hacerlo.” De entrada habría que ver cómo (y por quién) esta posibilidad podría ser calificada de “positiva” (es decir, de aportar un beneficio). Pero bueno, como decía Cagancho en frase inmortal: “Hay cosas que parecen imposibles y sin embargo no pueden ser”.

Por algo califican a doña Janet como “la cargadora del portafolios en el último tramo de esta Mega Crisis Sistémica”, sin el menor margen para desviarse siquiera un milímetro, o titubear siquiera un microsegundo, de la actual carrera desesperada del sistema monetario occidental hacia el precipicio más hondo de la historia.

Ya llevamos 26 años en esta caída libre hacia el abismo financiero global, y es evidente para cualquiera que quiera verlo, que el suelo se acerca a velocidad aterradora. ¿Alcanzaremos a ver esta catástrofe financiera global en todo su esplendor, o antes nos desatarán (como de costumbre) oooootra guerra mundial que sirva de cortina de humo para distraer al Respetable? Se aceptan apuestas. No sé cuál de ambas posibilidades sea más espantosa que la otra.

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