Moneda de plata para Grecia

Alexis Tsipras, primer ministro de Grecia
Foto: matthew_tsimitak/Creative Commons
Guillermo Fárber
Columnas
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En 2012 Hugo Salinas Price le mandó a Alexis Tsipras, nuevo primer ministro de Grecia, esta carta en la que le sugiere una solución que siempre fue importante, factible, sencilla y barata y que ahora se ha vuelto además urgente. Esa iniciativa es la misma que los miembros de la Asociación Pro-Plata llevamos cuatro Legislaturas impulsando en nuestra Cámara de Diputados, con abrumadora aprobación absoluta de todo mundo… menos de la veintena de diputados de la Comisión de Hacienda controlada por la élite financiera global, representada por el Banco de México.

El texto de la carta está en http://www.plata.com.mx/Mplata/default.asp.

Esta iniciativa de ley esencialmente consiste en reintegrar a la circulación una moneda de plata ya existente y legalmente válida (la onza Libertad) que la sociedad utilizaría como dinero en paralelo al peso, nuestra moneda actual.

A Salinas Price le parecía “evidente que Grecia tendrá que declararse en moratoria de pagos y abandonar el euro”. En ese momento Tsipras había declarado públicamente algo que detonó la carta de Salinas Price; algo que era y sigue siendo inevitable, a pesar de las presiones colosales que en ese momento, y más ahora, le aplican a Grecia los poderes financieros globales: que el regreso de Grecia al dracma (su anterior moneda nacional) era inevitable.

Alternativa al estrangulamiento

En opinión de Salinas Price “esa desesperada situación en Grecia” le ofrecía a Tsipras “una oportunidad única de hacer algo fundamentalmente grandioso para Grecia. El retorno al dracma le permitirá a Grecia ponerse de nuevo en movimiento. Y definitivamente no provocará que las cosas empeoren; por ahora la situación en Grecia es tan mala (hoy, tres años después, es mucho peor), que el dracma dará alivio inmediato al sufrimiento de la población”.

Contra eso, “la forma de conducir al pueblo griego hacia la estabilidad es a través del dinero real (dracma de plata), no a través del dinero ficticio, como el euro, que ha conducido al presente caos.

El regreso al dracma se acompañará de la declaración de una moratoria de pagos de parte de Grecia y también de una fuerte devaluación del dracma con respecto al euro. Así, el corazón monetario de Grecia volverá a latir, suministrando la gran cantidad de liquidez que es necesaria, y la economía volverá a moverse nuevamente.

Sin embargo, ocurrirá una inevitable inflación del dracma y, debido a que el presupuesto del gobierno incurrirá en un déficit grande durante algún tiempo, la inflación traerá una devaluación constante del dracma”.

Este panorama era desalentador, y lo es aún más hoy. Salinas Price le ofreció a Tsipras una alternativa al amargo y conocido programa de choque que es la única medicina recetada una y otra vez por el FMI a los países en aprietos financieros: apretarse el cinturón hasta la asfixia a fin de reducir el déficit fiscal a costa de matar de hambre a la población. ¿Podrá Tsipras tomar dicha medida? Debería hacerlo pero, la verdad, lo dudo mucho.

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