EL INMINENTE COLAPSO

Eso adelantará la destrucción de todas las monedas fiduciarias, incluyendo el dólar.

Guillermo Fárber
Columnas
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“Alasdair Macleod es el mejor economista de estos tiempos. Recomiendo mucho su artículo, que es complejo porque el tema es complejo. En resumen: viene un colapso monetario marca diablo en el mundo entero” (https://www.zerohedge.com/economics/destructive-force-bank-credit).

Desde hace un siglo se definió a un crack-up boom como el fenómeno monetario de un “auge” artificial generado por la hiperinflación, a su vez provocada por la creación de “dinero” fíat para mantener ese “auge” insostenible.

“Si los inversores en tal situación esperan que el Estado y su banco central opten por rescates financiados a través de la creación de dinero adicional es muy probable que la demanda de dinero y de activos fijos se agote. Esto hace necesario que el banco central extienda cantidades cada vez mayores de dinero a prestatarios con dificultades, para evitar la propagación de las quiebras. Cuanto mayor sea el monto de la deuda pendiente, mayor será el aumento potencial de la oferta monetaria. Cuanto más crece la oferta monetaria, más probable es que se produzca una hiperinflación y un posible colapso de la demanda de dinero: el desarrollo de un crack-up boom.

“La Fed y otros bancos centrales solo pueden ofrecer soluciones endebles a una moneda que se devalúa rápidamente. El compromiso de mantener los valores de los activos financieros imprimiendo dinero al estilo de John Law hace 300 años requerirá cantidades enormes de dinero base. Eso adelantará la destrucción de todas las monedas fiduciarias, incluyendo el dólar. En este entorno que se deteriora rápidamente los banqueros se dan cuenta de que pueden desplegar la expansión del crédito bancario para adquirir activos reales y no financieros (los que dejarán de tener un precio en moneda fíat sin valor)”.

Un modelito ya probado

“Es probable que el modelo adoptado sea el de Hugo Stinnes, quien en 1920 era conocido en Alemania como el rey de la inflación. Stinnes tomó prestados marcos que se depreciaban rápidamente, para comprar fábricas y propiedades, acumulando un imperio de cuatro mil 500 empresas. Stinnes murió en 1924, un año después de la hiperinflación de Weimar, y su imperio colapsó enseguida. Los bancos que hoy emulan a Stinnes tienen la ventaja adicional de que pueden realizar adquisiciones expandiendo su crédito si creen que sus cuentas por cobrar valdrán significativamente menos a su vencimiento. Los banqueros, al amparo de bancos nacionalizados, podrían incluso dirigir la expansión del crédito bancario hacia adquisiciones en las que tienen intereses personales.

“Este último acto, la restauración del crédito bancario en su relación con el ‘dinero’ fíat base, agregará un múltiplo creciente a los anglotrillones del banco central programados para ser emitido en los próximos meses y será un componente vital del auge artificial con el que terminan todos los derrumbes de divisas. El papel de los bancos como el medio con que el Estado busca domesticar los mercados libres finalmente acelerará el fin de las monedas fiduciarias de las que tanto se han beneficiado ambos y marcará también el fin de la banca central”.