LA INDEFLACIÓN: UN PULSO DE COLOSOS

No se puede predecir cuándo estallará la burbuja, ni qué acontecimiento hará de detonante.

Guillermo Fárber
Columnas
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“Desde su puesta en marcha en 2012 por Ben Bernanke el banco emisor norteamericano ha venido inyectando liquidez al ritmo de miles de millones de dólares al mes con el único objetivo de combatir la temida deflación (ahora las inyecciones son ya de anglotrillones y pronto serán cuatrillones, quintillones, etcétera).

“Un ritmo que intentó reducirse con el tapering ya que una retirada completa y brusca de los planes de estímulo monetarios hubiera causado un enorme destrozo en la economía, al echarnos el portaaviones encima. Pero las autoridades monetarias no son conscientes de que el problema ya lo han generado. Dos posibles resultados: 1) deflación acusada; o, 2) inflación galopante. Lo más probable es que ocurra lo segundo.

“Con su política de represión financiera para castigar el ahorro espontáneo de los ciudadanos en el lógico proceso de ajuste tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, los principales bancos centrales del mundo y, en especial, la Reserva Federal (Fed) han generado una importante burbuja en los mercados de bonos y de acciones. Por no hablar de la colosal burbuja en los instrumentos derivados que el Banco de Pagos Internacionales (BIS) estima en mucho más de diez veces el PIB del mundo y superior al tamaño que tenía este mercado en su pico máximo en 2008, justo antes de estallar la crisis (cifras de 2014 que hoy son infinitamente mayores)”.

Hambre

“Esa era una reacción lógica de los inversores ya que, con tipos ultrabajos, el hambre de rentabilidad es tal que no solo se han lanzado a comprar cualquier activo que prometa algo de retorno sino que se han visto además impelidos a apalancarse con instrumentos derivados para amplificar los exiguos rendimientos que pueden encontrar en el mercado. ¿Creen que es normal?

“La insensata política de la Fed lo único que ha logrado es cebar una auténtica bomba nuclear monetaria. La burbuja de bonos y de derivados es, a la postre, una burbuja de deuda. Y cuando estalla una burbuja de deuda en un sistema como el actual el resultado es la deflación inducida por la eliminación masiva de medios fiduciarios. No se puede predecir cuándo estallará la burbuja, ni qué acontecimiento hará de detonante —un evento de crédito de algún país sudamericano, la quiebra de un importante banco europeo, tensiones bélicas, etcétera (¿alguien dijo una “plandemia”?)—, ni hacia qué lado se decantará la indeflación, lo cierto es que toda burbuja acaba estallando.

“Estén atentos a los movimientos de la cuerda. No caigan en la complacencia ya que en un entorno de indeflación la recuperación no está garantizada. Por fortuna el BCE es más cicatero con la impresora que sus pares norteamericanos. Posiblemente será lo que salve a nuestra economía”.

Como era previsible esa ingenua esperanza del autor, hace seis años, de que quedaría un átomo de cordura en el banco central europeo ya ha sido destrozada por la realidad desesperada del sistema financiero global.

(Con base en una nota de Antonio España de 2014, pero muy vigente: https://blogs.elconfidencial.com/economia/monetae-mutatione/2014-08-06/el-peligroso-juego-de-la-indeflacion_172613/).