UNA EXPLICACIÓN CÍCLICA

Hemos entrado en una era de creciente inestabilidad e incertidumbre.

Guillermo Fárber
Columnas
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Ilustración

Esta teoría es discutible pero, en fin, es otra posible explicación del deplorable estado macroeconómico del mundo. Tomado de The approaching winter: the super-cycle has turned, de Charles Hugh Smith (condensado por mí).

¿Cómo describirías el ánimo social de la nación y el mundo? ¿El antiestablishment, el antistatu quo y la antiglobalización? ¿Y la deuda personal-familiar-corporativa-estatal-municipal en rápido aumento? ¿Se han estancado el crecimiento y los salarios? ¿O qué tal la creciente disparidad de riqueza y de ingresos? ¿No sería preciso hablar de la desunión y la polarización política?

Todas estas son características del ciclo socioeconómico de onda larga que está entrando en la fase desintegrativa. El ambiente social, la pérdida del poder adquisitivo, el estancamiento de los salarios, el aumento de la desigualdad, la devaluación de las monedas, el aumento de la deuda, la polarización política y la desunión de las élites son todas manifestaciones de esta fase.

Hay una plantilla para la inestabilidad global, que se repite a lo largo de la historia. El historiador Peter Turchin explora los ciclos históricos de desintegración e integración social en su nuevo libro Ages of discord. Turchin encuentra ciclos de 25 años que se combinan en ciclos de unos 50 años. Estos ciclos forman parte de ciclos más largos de 150 a 200 años que pasan de la cooperación a una era de discordia y de la desintegración a una nueva era de cooperación. Que hemos entrado en una era de creciente inestabilidad e incertidumbre es evidente. La inestabilidad y la incertidumbre son ahora la norma a escala mundial.

Otra vuelta de tuerca

El modelo de Turchin identifica tres fuerzas primarias en estos ciclos:

1. Una oferta excesiva de mano de obra que suprime los salarios reales.

2. Una sobreproducción de élites esencialmente parasitarias.

3. Un deterioro en las finanzas del estado central.

Estas fuerzas influyen en el ambiente social, que se caracteriza en épocas de discordia por la lealtad fragmentada a los intereses especiales egoístas (desintegración), y en épocas de cooperación por la voluntad de cooperar y comprometerse por el bien de toda la sociedad (integración).

La creciente discordia se puede cuantificar en un Índice de Estrés Político. Hoy las tres condiciones se cumplen. ¿Es de extrañar que el estrés político esté aumentando? Podemos anticipar:

Precios cada vez más altos para alimentos, energía y agua.

Déficit gubernamental cada vez mayor que termina en bancarrota/repudio de deudas/nueva emisión de moneda.

Aumento de delitos violentos, principalmente contra la propiedad.

Incremento de las tasas de interés (hasta hace muy poco, esto se consideraba “imposible”).

Creciente desigualdad de ingresos a favor del capital sobre el trabajo.

Depreciación continuada de la moneda.

Ascendente volatilidad de los precios.

Creciente malestar político y agitación (o sea revolución).

Y ahí está nuestro futuro, visible en las olas de revolución de los siglos XIII, XVI y XVIII. Con esta lista prácticamente podemos escribir los titulares para 2019-2025.