FÁRMACO ANTIINFLAMATORIO CONTRA OBESIDAD, DIABETES Y ALZHEIMER

J. Alberto Castro
Columnas
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Se sabe que el fruto bíblico mordido por Adán es rico en flavonoides, es decir, en la codiciada manzana tenemos entre otras bondades antioxidantes y anticancerígenos que protegen contra las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.

¿Qué son los flavonoides? Son un grupo diverso de fitonutrientes (químicos vegetales) que se encuentran en muchas plantas, frutas, verduras y especias. Son en parte responsables de los intensos colores de las frutas y verduras y hay hasta seis mil tipos.

Además de atenuar el estrés oxidativo y evitar el cáncer, los flavonoides, entre otras grandes propiedades terapéuticas, sobresalen como antiinflamatorios, contrarrestan alergias, tienen poder antibiótico y funcionan para frenar la diarrea.

Unos flavonoides de la planta Malva parviflora han sido seriamente considerados por los investigadores del Instituto de Biotecnología (IBt), Leonor Pérez Martínez y Martín Gustavo Pedraza Alva, con el propósito de desarrollar un fármaco antiinflamatorio que podría coadyuvar en el tratamiento de enfermedades como la obesidad y el Alzheimer.

Esta planta originaria de Europa y adventicia en América se usa en la medicina tradicional como emoliente, digestiva, laxante, para lavar heridas y moretones; la infusión de las hojas se toma para los riñones y las hojas frescas machacadas se aplican en los “orejones” o paperas para desinflamarlos.

Pérez y Pedraza son un binomio científico que ha descubierto y probado en modelos de ratón una formulación específica de cuatro compuestos provenientes de la Malva parviflora con efectividad en inhibir el proceso inflamatorio inherente a las enfermedades neurodegenerativas y la obesidad.

En entrevista para Vértigo los especialistas explican que la inflamación es una respuesta natural del organismo que se necesita para responder a diferentes agentes patógenos y montar una respuesta inmune adecuada. También se requiere para reparar tejidos que se han dañado por un trauma.

“Este proceso es esencial para que el organismo regrese a la homeostasis (fenómeno de autorregulación) una vez que ha eliminado al patógeno o reparado al tejido. Sin embargo sabemos que la inflamación crónica de baja tonicidad es un factor común en muchos padecimientos crónico degenerativos; de ahí la relevancia de entender a nivel molecular cómo se inicia este proceso y cómo lo podríamos regular”, señala Pedraza.

Biólogo por la UNAM manifiesta que junto con otros grupos científicos a escala mundial han concluido que la inflamación es uno de los factores determinantes en el desarrollo de la obesidad y el Alzheimer.

En el caso de la inflamación asociada a la obesidad las señales que detonan el proceso inflamatorio son el exceso de lípidos y los niveles elevados de glucosa que afectan las funciones de las células pancreáticas.

Las células del sistema inmune invaden el tejido adiposo y se crea un ambiente favorable a la inflamación al producirse una cantidad excesiva de citocinas inflamatorias que alcanzan el torrente sanguíneo y afectan la señalización de insulina, impidiendo así la captura de glucosa en órganos como el hígado. “Sin duda el proceso inflamatorio ligado a la obesidad incide en el metabolismo de la glucosa”.

En cuanto al padecimiento de Alzheimer la doctora Pérez explica: “Se detona con la formación de placas seniles o placas amiloides producidas por la proteína precursora amiloide. Estas placas, como si fueran rosetas, se implantan en el cerebro y son señal de alerta para las células microglía del sistema inmune en el sistema nervioso central. Estas células se activan en un primer intento por reparar cualquier daño ocurrido por la presencia de las placas seniles, pero sobreviene una producción excesiva de citocinas proinflamatorias”.

Cuando las placas se producen en grandes cantidades “las células de la microglía se salen de control y el proceso en principio reparador se vuelve contraproducente y da lugar a un proceso neuroinflamatorio que compromete la viabilidad de las neuronas e impacta en la capacidad cognitiva de los individuos”, advierte la bióloga molecular.

Regula el proceso inflamatorio

En el consorcio de Neuroinmunobiología en el Departamento de Medicina Molecular y Bioprocesos ambos investigadores experimentan con ratones de laboratorio a los cuales les suministraron el extracto de la Malva parviflora: “Contamos con un modelo de obesidad, donde alimentamos a los ratones con una dieta alta en grasas y estos desarrollan las características del síndrome metabólico e inflamación crónica en el tejido adiposo. Usando estos modelos nos hemos preguntado cómo la inflamación periférica impacta la capacidad cognitiva de los ratones, es decir, en el funcionamiento del sistema nervioso central”.

A nivel experimental “se ha evidenciado, tanto en el modelo de obesidad como en el de Alzheimer, que la activación de los inflamasomas inducidos por el exceso de lípidos o la presencia de péptidos beta-amiloides, respectivamente, lleva a la generación de un proceso inflamatorio”, manifiesta Pedraza.

Los experimentos en los modelos animales demuestran que las moléculas o flavonoides de la Malva parviflora son cruciales para superar las patologías al eliminar los inflamasomas. Cuentan los científicos que los roedores del modelo de obesidad a los cuales se les suministró el extracto no desarrollaron un proceso inflamatorio severo y mantuvieron un correcto metabolismo de la glucosa y sensibilidad a la insulina. Descubrieron que el extracto hidroalcohólico retrasa la aparición de las marcas de la enfermedad de Alzheimer. Los animales que recibieron el extracto mantuvieron su capacidad cognitiva, se redujo la acumulación de placas seniles y todos los marcadores de inflamación disminuyeron dentro del sistema nervioso central.

Luego de ocho años de investigación los doctores Pérez y Pedraza cuentan con la evidencia científica de que las moléculas de origen vegetal poseen la capacidad de controlar el proceso inflamatorio y la de promover la funcionalidad de las neuronas en el modelo de Alzheimer. “Incluso la regulación del proceso inflamatorio atenúa el efecto negativo que tiene la inflamación en células relevantes de páncreas, hígado y cerebro”, razonan los científicos.

Comprometidos en la definición de estrategias para controlar la inflamación, ya sea periférica o dentro del sistema nervioso central, los especialistas lograron por medio de la investigación colaborativa la caracterización de los metabolitos secundarios (flavonoides) de la Malva parviflora.

En efecto, el equipo del doctor Yves Desjardins, de la Universidad Laval, en Quebec, Canadá, contribuyó a identificar las cuatro moléculas o compuestos de la planta, su composición química más detallada y posibilitó el conocimiento básico para un eventual fármaco de aplicación en humanos. Además se abre la posibilidad del descubrimiento de otras moléculas de la Malva parviflora que permitan encontrar compuestos para superar otras enfermedades.

Entretanto estos innovadores de la medicina molecular buscan acelerar los pasos para patentar el fármaco —de origen vegetal—, eficaz contra los procesos inflamatorios que detonan enfermedades como obesidad, diabetes y Alzheimer.

Alimentos antiAlzheimer

No hay dietas milagrosas que puedan ayudar a combatir la enfermedad de Alzheimer, que carece de cura. Sin embargo un reciente estudio científico del Waterford Institute of Technology (WIT) y la Universidad de Cambridge revela que hay una serie de alimentos beneficiosos ricos en Omega 3, como el salmón y los arenques.

Los investigadores, encabezados por el doctor John M. Nolan, descubrieron que el consumo elevado de ácidos grasos Omega 3 se asocia a un mejor rendimiento de la actividad cognitiva y a una disminución del riesgo de demencia.

Además las pruebas arrojan que hay otro grupo de nutrientes relevantes como la xantofila y los carotenoides luteína y mesozeaxantina, que se encuentran en ciertas frutas y vegetales como las espinacas, el brócoli, los diferentes tipos de pimientos y el melón.

Inclinemos la balanza alimenticia hacia estos nutrientes y hagamos diariamente ejercicio, que es la mejor manera de prevenir las enfermedades degenerativas.