SOS: LA CIENCIA AL RESCATE DE LOS TIBURONES

J. Alberto Castro
Columnas
Castro2-Edgar-Becerril_14.jpg

La película Tiburón, de Steven Spielberg, fijó su atención en una de las criaturas más sorprendentes de los océanos. Sin embargo tuvo un efecto desastroso en cómo la gente ve a estos peces prehistóricos: en la memoria colectiva quedó grabada la representación de los tiburones como monstruos que asesinan y guardan rencor a los hombres. Incluso la famosa cinta de 1975 desató una histérica cacería de tiburones en Estados Unidos, donde miles de pescadores salieron a cazarlos como trofeos después de ver el filme de horror.

Por si fuera poco la pesca comercial a gran escala se convirtió en una seria amenaza para las poblaciones de tiburones a partir de los ochenta. Hoy se calcula que 100 millones mueren cada año.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, que desarrolla el listado de especies amenazadas de nuestro planeta, clasificó a 17 especies de tiburones como en peligro de extinción, entre ellas el tiburón marrajo común (el hermano chico del gran tiburón blanco).

Ahora bien, ¿realmente los tiburones son tan temibles como el de la película de Spielberg? Según los científicos que los estudian “no hay evidencia real de que los tiburones estén cazando activamente a humanos”.

Se sabe que el número promedio de ataques no provocados entre 2013-2017 en el orbe, por ejemplo, fue de 84 y en 2018 bajó a una media de 66. Además solo siete de estos ataques fueron mortales.

Aunque muchos los vean como depredadores peligrosos la verdad es que los tiburones tienen mucho más que temer de la actividad humana: una combinación de intensa pesca comercial, caza de trofeo, cambio climático y la degradación de los ecosistemas costeros que utilizan como hábitat reproductivo amenaza a sus poblaciones en todo el mundo.

El crimen más inmoral contra los tiburones es el llamado “aleteo” ya que miles de escualos son capturados por sus aletas. Solo por eso. En la mayoría de los casos los animales mutilados son devueltos al mar, condenados a una muerte agónica, porque en las embarcaciones nada más hay espacio para las preciadas aletas. Aunque muchos países prohíben esta práctica no hay manera de detenerla.

“Hay un alto riesgo de que puedan desaparecer por la sobreexplotación de sus poblaciones. Los tiburones son vulnerables a la extinción por diferentes razones. Una de ellas es biológica, porque los tiburones blancos y otras especies de escualos crecen muy lento. Tardan muchísimos años en alcanzar la madurez sexual y en reproducirse”, afirma Édgar Eduardo Becerril, quien cursa el doctorado del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (Cicimar) del IPN.

El joven investigador politécnico combina el estudio de los tiburones con la fotografía. Precisamente cuenta a Vértigo cómo Oceanogràfic de València, España, el acuario más grande de Europa, llevó a su espacio 20 de sus fotografías de gran formato agrupadas bajo el título SOS Tiburones. La serie muestra la belleza de estos peces cartilaginosos de ocho aletas como el resto de los peces y cinco o siete hendiduras branquiales en ambos lados de la cabeza y la boca.

Su trabajo fotográfico de impactantes imágenes de estos animales ha sido reconocido por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) y National Geographic en español (2015-2018).

“En efecto mis fotos son un SOS: se nos acaban los tiburones. Ahora ya no hay muchos tiburones blancos en los mares y ya no hay mucho tiempo para aprovecharlos de manera sustentable. Hacen falta más áreas protegidas. Hay que racionalizar la manera de aprovechar el atractivo de estas maravillosas criaturas, acotar la pesca y mediante el ecoturismo crear la infraestructura necesaria para que los turistas naden con tiburones o los puedan conocer en un acuario y aprecien la biodiversidad que existen en el mundo; y en este caso en particular enfocarnos a la conservación de los tiburones”.

Perfil hormonal

De acuerdo con el también biólogo marino por la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS) son más de 500 las especies diferentes de escualos y tienen una función primordial en cada uno de los ecosistemas donde viven ya que al controlar las poblaciones de sus presas mantienen el equilibrio de la cadena trófica y la salud de los ecosistemas marinos. Si estos grandes depredadores se extinguieran vendría un desequilibrio ecológico de inimaginables consecuencias.

Los estudios doctorales de Becerril tienen como centro crear una nueva técnica que permita evaluar cómo, dónde y cuándo se reproducen los tiburones protegidos en aguas mexicanas, pero sin la necesidad de matarlos. Recuerda que tradicionalmente para hacer un análisis reproductivo es necesario abrir el tiburón ya muerto o pescado de diferentes maneras para poder analizar cómo están sus testículos, sus ovarios, sus crías y a partir de ahí se hacen los estudios.

En los planes del joven científico no se preveía el sacrificio de un tiburón o una raya; de ahí cobró fuerza la idea de una técnica alternativa para poder estudiar su ciclo de reproducción.

La investigación de Becerril es en colaboración con la Universidad de Texas-Tech en Estados Unidos. “Lo que hice fue desarrollar una metodología para la extracción y medición simultánea de hormonas reproductivas a partir de biopsias muy pequeñas de piel, con lo cual podremos determinar temporadas de apareamiento, gestación y parto de distintas especies de tiburones y rayas”.

Maestro en ciencias médico-biológicas detalla: “A partir de un pedazo minúsculo de la piel del tiburón se hace una biopsia que no lo lastima. Con tres gramos de tejido podemos sacar el perfil hormonal que nos diga en qué fase del ciclo reproductivo están los tiburones blancos, ballena o manta gigante; si están embarazadas o si están en temporada reproductiva; si están por dar a luz… Nuestra técnica no existe en ninguna otra parte del mundo”.

Todavía falta mucho conocimiento científico sobre la reproducción de los tiburones ya que dentro las 500 especies que existen hay diferentes modos reproductivos. Hay varias formas en las que las hembras dan a luz a sus crías. Algunas especies ponen huevos (ovíparos). Otros tiburones son ovovivíparos: los huevos se desarrollan y eclosionan dentro de la madre. Y otros son vivíparos: el embrión se desarrolla dentro del útero de la madre al igual que los mamíferos y las crías nacen completamente desarrolladas.

Dice el experto que a ratos la naturaleza brinda situaciones cargadas de emoción y belleza: “El tiburón blanco se aparea con la hembra y la fecunda, entonces ella llegará a tener de dos a 15 crías dentro de sus dos úteros. Las crías al nacer son de un metro y 25 centímetros. Imagínense a una hembra de 15 metros y diez bebés de más de un metro. Son animales grandísimos que pueden pesar hasta una tonelada y media”.

Con esta técnica “vamos a tener una prueba bioquímica universal o perfil hormonal porque a partir de esa pequeña cantidad de tejido podemos extraer las hormonas esteroides; así como en las mujeres o los hombres se evalúan la progesterona, la testosterona, el estradiol, diferentes hormonas para conocer cómo está su estado reproductivo, igualito sucede con los tiburones y con las rayas”, abunda.

Recuerda que era muy difícil obtener sangre de estos individuos porque son muy grandes y es difícil manipularlos sin que se den afectaciones: “Sin duda esta innovadora técnica tendrá un gran impacto en la ciencia marina mundial. Cualquier investigador podrá usarla. Naturalmente redundará en un conocimiento más profundo y exhaustivo sobre los misterios que aún rodean al ciclo de reproducción de los tiburones”.

RECUADROS

El vertebrado más longevo

Hace más de cuatro años el biólogo marino Julius Nielsen y su equipo de la Universidad de Copenhague lograron establecer la edad promedio del tiburón de Groenlandia, una especie emblemática del océano Ártico. La datación se logró por la técnica de radiocarbono del núcleo o parte central del cristalino (la parte del ojo que permite enfocar los objetos).

El tiburón de Groenlandia, el vertebrado más longevo de la Tierra, tiene una esperanza de vida de un mínimo de 272 años y un máximo de 512 años. Este tiburón de crecimiento lento llega a medir más de cinco metros de longitud.

Un espécimen actualmente vivo puede que naciera en el siglo XVI o XVII, es decir, en la misma época en la que morían Miguel de Cervantes y William Shakespeare, o Galileo Galilei llegaba a Roma para su juicio ante la Inquisición.

Estos tiburones crecen un centímetro al año y alcanzan la madurez sexual a los 150 años, cuando miden cuatro metros de largo, lo que quiere decir que al ritmo que crecen deben esperar un siglo y medio para aparearse.