Aniversario 79 de la creación de la Sedena

Los desafíos que México ha enfrentado de generación en generación exigen a la Sedena visión de futuro y mucha responsabilidad en el presente

Tropas mexicanas
Foto: Presidencia de la República
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La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), una de las principales referencias del Estado mexicano contemporáneo, entró en funciones el 1 de noviembre de 1937, con lo que se formalizaba la creación de unas Fuerzas Armadas integradas por el pueblo y dirigidas para garantizar el bienestar del país.

De entonces a la fecha su presencia en el desarrollo y fortalecimiento de la democracia también ha ido en aumento.

Y en este último aspecto pocos países en el mundo como México pueden señalar el indeclinable compromiso de sus militares con la viabilidad de la nación, antes que cualquier otro supuesto y efímero beneficio.

Como ha sido la historia desde 1937 a la fecha, las coyunturas y momentos difíciles son procesados y superados a partir de contar con los recursos institucionales, jurídicos y sobre todo humanos necesarios.

De hecho, los desafíos que México ha enfrentado de generación en generación exigen a sus integrantes visión de futuro y mucha responsabilidad en el presente: la Sedena es una dependencia del sector público y correspondiente al Poder Ejecutivo federal, pero a la vez una instancia donde convergen la doctrina, política, administración y conducción militar del país, ya que dadas las peculiaridades de nuestro sistema y régimen políticos, dentro de sus atribuciones legales —como se puede leer en la Ley Orgánica de la Defensa Nacional— se encuentra la de preservar la seguridad interior y contribuir sustancialmente al fortalecimiento de la seguridad nacional.

Cualidades

Hay también un aspecto histórico a considerar en la creación de la Secretaría de la Defensa Nacional: me refiero a que con diez años de anticipación, al menos respecto de los profundos ajustes en la administración pública en el gobierno de Estados Unidos derivados del Acta de Seguridad Nacional de 1947 se puede afirmar que el pensamiento militar mexicano procesó de mejor manera y por adelantado la adopción del concepto de “Defensa” como una misión vital del Estado respecto de la viabilidad de la nación y del fortalecimiento de los intereses de la población.

En efecto, el Departamento de Defensa del vecino país del norte se crearía tiempo después respecto de su equivalente mexicano. Y ahora tampoco parece ser diferente la situación a propósito de la adquisición de nuevas misiones de las Fuerzas Armadas en la confrontación de los nuevos antagonismos del siglo XXI.

Así, las Fuerzas Armadas de México han demostrado desde su creación tener como una esencial cualidad la encomiable capacidad de adaptación sin perder las misiones propias e inherentes a la profesión militar. Por ejemplo, desde 1965 con la aplicación del Plan Defensa Nacional III (Plan DN-III), o su permanente apoyo para que las elecciones se desarrollen en las mejores condiciones de tranquilidad e imparcialidad, son la institución mejor valorada y reconocida por los mexicanos. Así también podríamos hacer una larga lista de servicios sociales a los que deben sumarse las numerosas labores de apoyo para la recuperación de la paz pública y la vigencia del Estado de Derecho.

Las acciones emprendidas en esos complicados terrenos han requerido la plena incorporación en todo el sistema educativo militar, de la asignatura, talleres, seminarios, conferencias y publicaciones internas, sobre el respeto a los derechos humanos. Ha sido un reto que la institución ha superado con éxito, sobre todo ante la evidente lentitud de las autoridades civiles, así como de los poderes Legislativo y Judicial.

Muchas felicidades a los integrantes de la gran familia militar. Y también a México, por contar con una institución de trascendentes cualidades.

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