Entre una crisis coyuntural y estructural del gobierno

Multitud
Foto: Cuartoscuro
Javier Oliva Posada
Columnas
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¿Cuál es la diferencia y en qué se notan las características de una y otra? La primera distinción que puede hacerse radica en la periodicidad y fuerza con que irrumpen acontecimientos no previstos: los escenarios de situaciones imprevistas siempre forman parte del proceso de toma de decisiones y de manera regular dichas situaciones son ubicadas como las más graves y difíciles en el acto de gobernar.

Una crisis coyuntural obedece, así, en la gran mayoría de los casos, a la aparición de lo menos deseable pero que para evitar su activación se tomaron medidas graduales e incrementales.

La crisis o disfunción estructural es aquella que aunque pasan el tiempo y la formulación de opciones para corregir tendencias negativas no se adoptan decisiones para enmendar, pues se prefiere posponer el costo de la propia decisión en la creencia (errónea) de que por sí misma la situación habrá de ajustarse.

Así, puede afirmarse que la crisis estructural responde más a las prioridades de los tomadores de decisiones que a las imprevisiones de las crisis coyunturales.

Responsabilidades

Sin embargo, la secuencia de crisis coyunturales —o así vistas desde el montículo de la inmediatez— evidencia desde luego que hay una seria y profunda crisis estructural, que con el paso de los años y sin la disposición a corregir agota el principal recurso de cualquier gobierno: el tiempo disponible para ajustar.

Es de humanos tener la esperanza de que, por una parte, haya una luz, una disposición que no obstante las preferencias, temores, ambiciones y anhelos de los tomadores de decisiones en las estructuras de gobierno, antepondrán los intereses de la sociedad y los superiores objetivos de la nación.

También es común en la manifestación de situaciones críticas adjudicar a poderosos grupos conspiradores y sistemáticos opositores la mayor parte de la responsabilidad. Sin desconocer que existen y hacen valer su fuerza, las instituciones, los niveles de aceptación y de legitimidad de los gobiernos resultan ser los basamentos que les permiten hacer frente a los naturales desafíos que implica el responsable acto decidir para el beneficio de la mayoría.

Adelanto

Tomando como base la afirmación del presidente Enrique Peña Nieto, en su posicionamiento dado en la Embajada de México en Francia luego de la fuga del peligroso delincuente Joaquín Guzmán Loera del penal de máxima seguridad de El Altiplano, nos encontramos ante “una afrenta al Estado mexicano”.

Es decir, hemos topado tanto con una crisis estructural como con una coyuntural. De allí que las decisiones que el mismo presidente adopte no solo para sobrepasar la coyuntura sino para resolver las disfunciones estructurales.

Por eso no obstante la gravedad de los acontecimientos que culminaron con la fuga de Guzmán y la cuestionable forma en que se ha gestionado la crisis (estructural y coyuntural), el jefe del Estado mexicano tiene una inmejorable oportunidad para recordarnos por qué ganó en julio de 2012 la Presidencia de México.