Espionaje e inteligencia binacional

La posición del jefe del Departamento de Estado norteamericano, John Kerry, señalando que todos los países espían.

Barack Obama presidente de Estados Unidos
Foto: Creative Commons
Columnas
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Sin duda que aún faltan muchas y graves sorpresas por revelarse, a partir de la sustracción de la información clasificada como ultrasecreta de los expedientes de la National Security Agency: se anuncian, por ejemplo, acciones desplegadas en Argentina, Venezuela, Bolivia, para el caso de Latinoamérica, así que debemos prepararnos para nuevas tensiones en el escenario internacional.

La posición del jefe del Departamento de Estado norteamericano, John Kerry, señalando que todos los países espían, no es sino un golpe demoledor al Derecho internacional, pues se tolera, fomenta y reconoce que se trata de acciones ilegales para la obtención de información.

Cierto. Pero la pregunta es: ¿para qué se quiere esa información? Sobre todo, como en el caso de México, cuando no se trata de datos sensibles en materia de seguridad pública o de lucha contra el crimen organizado para la agenda binacional.

De nuevo: ¿entonces para que se quiere la información?

Pues, sencillamente, para tener la capacidad de conocer y de ser posible influir en los gobiernos espiados en su toma de decisiones internas o externas; a esto debe agregarse que la NSA es la cabeza del sector de la inteligencia militar, lo que hace una diferencia sustancial respecto de la comunidad de inteligencia civil, incluyendo a la CIA.

Esto sí que es un elemento de cambio fundamental en cuanto a la naturaleza de los hechos que se vienen conociendo desde las revelaciones de Edward Snowden: no es lo mismo ser un objetivo de la inteligencia civil, que ser un blanco de la inteligencia militar. De allí, en parte, las reacciones de la presidenta de Brasil, Dilma Ruseff, y el presidente de Francia, François Hollande. A ambos, Barack Obama llamó por teléfono para suavizar la molestia que, conforme a la misma información divulgada por el semanario Der Spiegel en días pasados, el entonces recién nombrado presidente en funciones autorizó.

Aislamiento

México se encuentra en una precaria situación diplomática respecto de Latinoamérica. Baste leer la cantidad de mandatarios de la región que no asistieron —por diversos motivos, pero al fin no estuvieron— a la reunión Iberoamericana realizada en Panamá, donde el presidente Enrique Peña Nieto tomaría posesión de la coordinación de los trabajos para preparar el siguiente encuentro en el Puerto de Veracruz.

Si la Secretaría de Relaciones Exteriores persiste en solo emitir un imperceptible boletín de prensa y ni siquiera darle un lugar prioritario al tema en su página de internet, la sensación de aislamiento y distanciamiento respecto de la adopción de una voz y peso propios en el concierto internacional irá en aumento.

Con esos antecedentes, resulta deplorable que autoridades del pasado sexenio que autorizaron esas prácticas ahora reaccionen con la beligerancia que no tuvieron para defender los intereses del país en acciones más consistentes que declaraciones destempladas y de confrontación.

Al menos en esta materia de coordinación en seguridad binacional con Estados Unidos, ahora el gobierno de Enrique Peña Nieto corrigió el rumbo para evitar mayor debilidad del Estado en esa delicada tarea.

Quizás esta coyuntura sea propicia para reestructurar la colaboración y la forma de compartir la información, que en la lucha contra el crimen organizado sí se hace necesaria. Y no como ahora, que se trata solo de espionaje político para la obtención de ciertas ventajas respecto de la conducción de los asuntos domésticos en nuestro país.

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