Estados Unidos, en guerra

Así titularon varios medios de comunicación de ese país el discurso pronunciado por el presidente Barack Obama en la National Defense University.

Barack Obama, presidente de EUA
Foto: AP
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Así titularon varios medios de comunicación de ese país el discurso pronunciado por el presidente Barack Obama en la National Defense University, en Washington, a propósito de los lineamientos sobre defensa y seguridad nacionales.

Cuando un país se declara en guerra, como es el caso, desde luego que deben adoptarse medidas excepcionales en cuanto al manejo de la economía, la política, las finanzas públicas, el control de los medios de comunicación, entre otras, para garantizar la obtención del triunfo.

No es una afirmación que podamos dejar pasar sin considerar los profundos efectos que puede tener, no solo en la relación geopolítica para México sino también para el resto de los escenarios bélicos, como lo son Siria o Malí, que en mayor o menor medida incluyen al objetivo y enemigo declarado de Estados Unidos, como son las organizaciones terroristas de inspiración islámica.

Aunque en ese mismo discurso Obama reiteró la proximidad de la salida de la enorme mayoría de las tropas de su país de Afganistán, así como el establecer un fin temporal (sin especificar) de la referida guerra, no hay duda de que por lo menos en un año el ánimo y condiciones de declararse en guerra seguirá afectando a una buena parte de la economía y seguridad internacionales.

Los referentes para México y el continente americano, mientras tanto, tienen que ver de manera directa con las consecuencias hacia la migración y el intercambio comercial.

Así, el número de deportados comparados entre Obama y su antecesor, el republicano y conservador George W. Bush, es superior en los mandatos del demócrata y supuestamente más cercano al electorado latino y afín a una reforma migratoria.

También por lo que hace a la lucha contra el crimen organizado transnacional se observa que las medidas excepcionales sobre el comercio regular y el desplazamiento de viajeros se ven afectados en su funcionamiento cotidiano, debido a las medidas de seguridad y control aplicadas.

Riesgo

Más aún deben considerarse en el análisis los impactos causados tanto por el asesinato de un soldado británico en pleno Londres a manos de radicales islámicos, como las heridas causadas a un soldado francés en París, también por autores del mismo perfil.

En estas circunstancias, el ambiente de crispación por la presencia del “enemigo en el interior” provoca que se tomen decisiones que, con afán de priorizar a la seguridad, terminan por afectar a la vida cotidiana y prolongan la aplicación de medidas que deterioran el sentido social de la democracia.

Estados Unidos, y sus aliados en su cruzada contra el terrorismo, han ampliado las fronteras de la guerra hasta el interior de sus países de tal manera que las bases de una convivencia armónica en medio de la pluralidad racial, étnica, religiosa y de oriundez pueden verse sacudidas por la continuidad de los procesos de información y obtención de datos para garantizar el control y la prevención de cualquier tipo de actos terroristas, sea cual fuera su inspiración, origen o hipotética justificación.

En estos días hasta la antes apacible y ejemplar Suecia se ha visto severamente sacudida, durante más de diez días, por revueltas callejeras originadas por la muerte a balazos de un mirante a manos de la policía.

El riesgo de una guerra al terrorismo es que puede extenderse con facilidad, aunque nunca se vaya a decir, a una guerra contra las migraciones. Así sea en declaraciones o plataformas electorales, como ya sucedió en Inglaterra. Recordemos que vivimos, aunque sea una obviedad, junto a la potencia hegemónica, que se ha declarado en guerra.

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