Desde hace varios años, y de forma creciente, nuestro país se ha vuelto un asunto de debate público y político en Estados Unidos, pero las referencias o alusiones a nuestra realidad no son las mejores. Como ejemplo podemos observar la integración de los temas de la agenda de seguridad nacional del vecino país, para constatar las preocupaciones, señalamientos, prejuicios y animadversiones con las que se abordan asuntos clave de la relación binacional.
En el proceso electoral presidencial que culminará el próximo 8 de noviembre en EU y de donde emergerá la o el próximo inquilino de la Casa Blanca, nuestro país ha sido un recurrente y, con notable intensidad, un asunto para referir peligros, riesgos, amenazas e incertidumbres a propósito de problemas como el crimen organizado, la inmigración ilegal, la contaminación en la franja fronteriza, el comercio, así como las perspectivas de las seguridades continental e internacional.
La visita del republicano Donald Trump y la que en breve se dará por parte de la demócrata Hillary Rodham Clinton indican, sin ninguna duda, el protagonismo que nuestro país y sus comunidades avecindadas en EU tienen para Washington.
Tanto por las dimensiones que implica el comercio entre las dos naciones como por su peso demográfico y por lo tanto electoral, México ahora adquiere una dimensión diferente como un actor y protagonista de primer orden en las aéreas y condiciones en que se disputan, además de los votos, la cercanía con círculos sociales de ascendencia mexicana y que cuentan con una fuerte influencia en la mayor parte de los campos de la productividad, las artes, la ciencia, los medios de comunicación, los deportes… por mencionar algunas de las más visibles.
Era de esperar la oleada de reacciones a la visita de Trump a nuestro país. Justificada, además de lógica, luego de que incluso el presidente Enrique Peña Nieto fue particularmente crítico respecto de algunos planteamientos y descalificaciones del aspirante republicano a la Casa Blanca.
Sin embargo, no debemos perder de vista que la invitación formulada desde Los Pinos indica con toda claridad la decisión de jugar un papel decisivo en la elección en EU. Y debemos recordar, por otra parte, que no es la primera vez que un candidato presidencial de Estados Unidos nos visita.
Oportunidad
En todo caso, en lo que hay que poner atención es en que a pesar de sus animadversiones Trump se vio obligado a venir a nuestro país antes de realizar un pronunciamiento en Arizona sobre su política migratoria en caso de ganar los comicios de noviembre.
No solo por lo que hace a los intensos flujos hacia Estados Unidos, sino además por las condiciones en las que residen allá poco más de once millones de personas de ascendencia mexicana, pero en situación legal irregular, la visita de Trump resulta un explícito reconocimiento a que una cosa es la retórica racista y xenófoba y otra muy distinta la realidad de las relaciones con México.
Ya veremos las reacciones y el contenido de la visita de Clinton, quien sin duda tiene una notable cercanía con las comunidades latinas y en particular las de ascendencia mexicana en la mayor parte de los estados fronterizos con México.
Pero, de nueva cuenta, lo evidente es que México, y no solo el gobierno, tiene en puerta la posibilidad de construir una política exterior alejada de las reacciones y ocurrencias. Es deseable que se procese con cuidado e inteligencia la oportunidad.